En los próximos dos años, la inversión en el Perú seguirá en niveles récord, aunque creciendo a tasas menores. Sin embargo, no estamos sembrando ni cultivando proyectos en cantidades suficientes como para esperar una cosecha robusta a partir del 2015 o del 2016.
El flujo elevado y creciente de inversiones ha sido determinante para impulsar el crecimiento económico en la última década. Los proyectos de minería e hidrocarburos fueron claves para aprovechar el escenario propicio de precios de metales y reducir el costo energético, respectivamente. Por otro lado, la inversión en infraestructura, aunque muy insuficiente todavía, permitió mejorar la conectividad y la cobertura eléctrica en todo el país.
Estas grandes inversiones fueron acompañadas por muchas otras en agroindustria, servicios, etcétera.
En los próximos cinco años, la inversión en minería, hidrocarburos, infraestructura para transporte y electricidad superará los US$ 50 mil millones, 20% más que en el periodo 2008-2012, pero habrá diferencias muy importantes entre sectores y, especialmente, entre periodos. La inversión en minería e infraestructura de transporte alcanzará niveles récord este año y el próximo. En contraste, los flujos en hidrocarburos y electricidad caerán respecto de los dos años anteriores. Nuestra preocupación se generaliza a partir del 2015 o del 2016, cuando el portafolio actual de proyectos indica que la inversión en los cuatro sectores señalados antes será menor que en los años previos.
Algunas de las acciones necesarias para cambiar esta situación están en manos del Gobierno, pero no se avanza a la velocidad que se requiere. Esto se refleja en que al menos US$ 10 mil millones de inversión en grandes proyectos presentan retrasos críticos debido a factores que involucran directamente al Ejecutivo o a distintas instituciones del sector público. Algunos ejemplos:
1. Excesiva lentitud en la aprobación de permisos. Solo en el sector hidrocarburos se han paralizado US$ 700 millones de inversión en exploración por carencia de permisos y respuesta de las autoridades pertinentes. Esto ha llevado incluso a que dos empresas dejen de operar en el Perú.
2. Retraso en la implementación del proceso de consulta previa. Han pasado veinte meses desde que se promulgó la Ley de Consulta Previa y hasta el momento no hay claridad sobre cómo operará.
3. Demora en los procesos de liberación de terrenos. Dos importantes carreteras concesionadas que conectan el norte del país comenzaron su construcción hace más de dos años. En ese lapso, los operadores han avanzado un porcentaje menor de la obra debido a que el Estado no les ha entregado los terrenos correspondientes.
4. Indefiniciones en materia de política energética. El emblemático Gasoducto al Sur aún no se licita. Incluso si se logra adjudicar a finales de este año, su construcción difícilmente empezaría antes del 2017, debido a los estudios y permisos adicionales que requerirá.
5. Lentitud e indefinición generalizada en la aprobación de trámites municipales, como autorizaciones de funcionamiento, cambios de zonificación, permisos de construcción, etcétera. Esto afecta sustancialmente a la inversión de todo tamaño y sector.
Si estos problemas no se atacan con decisión, en los próximos años cosecharemos los proyectos de inversión sembrados y cultivados en el pasado. Pero después del 2015 las cosechas serán mediocres.