Hugo Perea
El Comercio, 9 de setiembre del 2025
“Los bancos centrales también actúan para estabilizar la economía, en particular cuando ha sido golpeada por algún choque de demanda”, escribe Hugo Perea, economista jefe de BBVA Research en Perú.
Los ataques recientes a la independencia de la FED han reabierto los viejos debates de los 80s y 90s sobre la importancia que tiene la autonomía de los bancos centrales para una buena gestión de la política monetaria. La mayoría de estas entidades tienen como objetivo único o primordial la estabilidad de precios, la que mejora el bienestar social porque reduce la incertidumbre y preserva el poder adquisitivo de las familias.
Los bancos centrales también actúan para estabilizar la economía, en particular cuando ha sido golpeada por algún choque de demanda. Así, a corto plazo, los bancos centrales bajan o suben sus tasas para atenuar una recesión o un sobrecalentamiento de la economía que pueden inducir tendencias deflacionarias o inflacionarias no deseadas.
El consenso actual sobre el diseño institucional para los bancos centrales ha seguido un largo camino, cuyo inicio podríamos encontrar en la discusión sobre si la política monetaria debería ser discrecional (reaccionar con la información que vaya surgiendo) o seguir reglas (asumir un compromiso creíble con la estabilidad de precios). Kydland y Prescott (1977) demostraron que bajo discrecionalidad se induce un “sesgo inflacionario” en la economía sin que por ello mejore el crecimiento, por lo que concluyen que una política monetaria que siga una regla que garantice una baja inflación es un mejor equilibrio. Asimismo, se han analizado otras formas de eliminar el “sesgo inflacionario” mediante: (i) la nominación de autoridades monetarias que tengan una fuerte aversión por la inflación y (ii) el diseño de contratos de desempeño para los banqueros centrales en los que se vincula su remuneración al logro del objetivo de estabilidad de precios. Finalmente, también se ha estudiado la forma en la que el ciclo político puede influenciar los resultados de inflación y crecimiento.
Por el lado empírico, existe abundante evidencia que comprueba que los bancos centrales más independientes han obtenido mejores resultados sobre el control de la inflación, sin que ello implique una mayor volatilidad de la economía.
En general, la síntesis de estos desarrollos teóricos y empíricos ha devenido en recomendar que el mejor arreglo institucional para los bancos centrales es que sean entidades autónomas (sin injerencia de la política), con objetivo primordial de estabilidad de precios, y con mecanismos de rendición de cuentas y fortalecimiento de la transparencia.
En Perú, el Banco Central (BCRP) ha tenido un enorme éxito en mantener un entorno de estabilidad de precios y macroeconómico en general. Buena parte de este destacable desempeño se explica por el marco institucional bajo el que opera, en el que destaca una fuerte autonomía. Aun así, existe espacio para seguir reforzando la independencia del BCRP. Una propuesta, que alguna vez ha circulado en el Congreso, es la de renovación parcial y escalonada de su Directorio (actualmente, este se renueva completamente al inicio de un nuevo periodo presidencial, lo que introduce incertidumbre). También es importante tener claro lo que puede hacer un Banco Central y evitar propuestas que estén en contradicción con su mandato de estabilidad de precios (por ejemplo, iniciativas como la de encargarle que compre oro, entre otras). No olvidemos que un Banco Central autónomo y con objetivo de estabilidad de precios es una entidad que contribuye al bienestar de todos.