En las últimas semanas hemos presenciado un intenso debate sobre los trabajadores independientes y si deben o no realizar aportes obligatorios a un fondo de pensiones. Uno de los argumentos que han mencionado quienes no están a favor de la obligatoriedad es que los ingresos de estos trabajadores son bajos y además enfrentan restricciones de liquidez y crediticias. Si esto es así, entonces estas personas no pueden distribuir sus gastos de consumo de manera óptima a lo largo del tiempo, lo que reduce su bienestar. También se ha mencionado que establecer aportes de manera compulsiva para estos trabajadores aumentaría el grado de informalidad de la economía.
Más allá de la validez de estos argumentos, en mi opinión existe al menos uno que explica de manera contundente por qué los países establecen sistemas de pensiones con contribuciones obligatorias, a pesar de que las personas podrían ahorrar de manera voluntaria: la falta de incentivos para ahorrar pensando en la vejez.
La idea es que las personas podrían decidir no ahorrar ya que internalizan que el gobierno no los dejará sin protección. Desde luego, este comportamiento sería totalmente racional ya que la gente encontraría que no tiene sentido esforzarse ahorrando para cubrir sus necesidades durante la vejez, dado que se les va a facilitar recursos en el futuro.
Así, si se aprueban normas para que ciertos trabajadores no realicen aportes previsionales, y estos piensan que en el futuro igual tendrán algún tipo de cobertura, es probable que no ahorren lo suficiente.
Como resultado, otros, posiblemente usted joven lector, terminarán financiando a los menos precavidos y responsables.
Cabe mencionar que la derogatoria de la obligatoriedad sobre los aportes de los independientes generaría una discriminación entre trabajadores que, en algunos casos, llama poderosamente la atención. Por ejemplo, encontramos que el ingreso promedio mensual de un cotizante al sistema privado de pensiones es de unos S/.2.600; en tanto que, según la Encuesta Nacional de Hogares, existen unos 790 mil trabajadores independientes (14% del total) que ganan una cantidad igual o mayor. La pregunta aquí es, ¿por qué algunos trabajadores con ingresos superiores al promedio de otros (que sí cotizan a un sistema de pensiones) no deben realizar contribuciones previsionales? En todo caso, si lo que se busca establecer es un sistema de aportes que implique algún tipo de esquema redistributivo, seguramente hay alternativas más eficientes, transparentes y mejor focalizadas.
Uno de los objetivos primordiales de un sistema de pensiones es alcanzar una elevada cobertura. En el 2008, en BBVA Research publicamos un estudio sobre el sistema peruano de pensiones en el que encontramos que, si no hacían mejoras, el nivel de cobertura hacía el año 2050 sería bajo: solo el 42% de las personas en situación de retiro tendrían algún tipo de pensión, porcentaje que comparaba mal respecto a los niveles que encontramos en estudios similares para Chile (84%) y México (69%). Medidas que establezcan de manera indiscriminada que ciertos grupos de trabajadores no tienen que realizar contribuciones previsionales inducirán una menor cobertura y, por lo tanto, una mayor carga para las generaciones futuras que seguramente tendrán que atender las necesidades de estas personas cuando se encuentren en situación de retiro. ¿Es esto lo que queremos?