La dolarización es una de las vulnerabilidades de la economía peruana que frecuentemente se resalta. ¿Por qué la preferencia por depósitos o deudas contraídas en dólares puede ser un problema para el país?
Una de las complicaciones es el “descalce por monedas”, situación que se da cuando las familias o las empresas toman deudas en dólares pero reciben sus ingresos en soles. En este caso, cuando el tipo de cambio sube de manera significativa, el esfuerzo para cumplir con los pagos de los créditos se incrementa. Eventualmente, el número de impagos se puede subir sustancialmente, lo que inhibe la capacidad de los bancos para prestar ya que se hace difícil identificar los buenos créditos. En este contexto, el financiamiento se vuelve escaso, lo que puede desacelerar o incluso contraer la economía.
Otro problema que induce la dolarización es que impone limitaciones a la política monetaria. Por ejemplo, reduce su potencia para estabilizar la demanda agregada, ya que una parte del gasto de la gente se realiza en una moneda que el banco central no controla. Además, debido a los efectos perniciosos que se pueden desencadenar por el descalce por monedas, los bancos centrales de economías parcialmente dolarizadas tienen un “temor a dejar flotar” el tipo de cambio, por lo que las presiones sobre esta variable condicionan la política monetaria.
La dolarización ocurre en países que han experimentado episodios de alta inflación. Esto fue lo que nos pasó durante los 80 cuando los peruanos buscamos defender el valor real de nuestros ingresos o patrimonio refugiándonos en una moneda “dura”. Así, la primera línea de acción contra la dolarización fue eliminar la inflación. Pero a inicios de los 90 cometimos un “pecado original” que explica por qué nuestra economía mantiene altos niveles de dolarización [Qué pena que Perea no analice las consecuencias de no haber pecado. ¿Podrá hacerlo en un próximo artículo?] a pesar de la estabilidad de precios.
Con el objetivo de reconstruir la intermediación financiera (destruida, entre otros elementos, por la hiperinflación de finales de los 80), se garantizó la libre tenencia de moneda extranjera. Esta era una señal para asegurarle al ahorrista que podía regresar los dólares que tenía “debajo del colchón” o en el extranjero al sistema financiero. De esta forma, se recuperó la intermediación financiera, pero nos quedamos dolarizados ya que, a diferencia de otros países, es muy fácil tener cuentas en dólares en el Perú.
Recientemente, el BCR ha implementado un requerimiento de encaje adicional que se aplicará sobre los bancos que no cumplan una meta de reducción del saldo de sus créditos en dólares. La medida ataca la dolarización por “el lado del activo” de los balances bancarios (inhibe las colocaciones en dólares), y el hecho de que sea algo más agresiva y original sugiere que es necesario un seguimiento cercano para evitar que se generen fricciones sobre la intermediación financiera.
También se debe tener en cuenta que es necesario tomar medidas por “el lado del pasivo” de los bancos, de tal manera que el público internalice el riesgo que el uso de una moneda extranjera imprime sobre la economía. Por ejemplo, se podría discutir si es posible que el Fondo de Seguros de Depósitos dé una cobertura diferenciada para los depósitos en soles y en dólares o elevar el ITF para las operaciones realizadas con cuentas en moneda extranjera.