Por: Hugo Neira, Sociólogo
El Comercio, 21 de junio de 2018
El Comercio, 21 de junio de 2018
En medio de la neblina limeña he visto una luz. Al fin un peruano que forma parte de la clase política admite que puede haberse equivocado. El congresista Clayton Galván ha retirado del Congreso el proyecto de ley que plantea la colegiatura como requisito obligatorio para ejercer el periodismo. Bravo, señor.
Reflexionemos. Quiénes han sido y son periodistas. “Hildebrandt en sus trece”, una revista semanal que se da el lujo de no tener publicidad. Ahora bien, César Hildebrandt estudió Letras en la Villarreal. He dicho bien, Letras. Porque en el periodismo se escribe. Mirko Lauer ha estudiado Letras en la PUCP y en San Marcos. Poeta, crítico literario, editor, “político polémico y dotado” –no lo digo yo sino el escritor César Toro–, y con veinte o más libros, no ha hecho “estudios de comunicación” (en adelante EDC). Si esa ley fuese aprobada, ¡no califica! Lo que sería absurdo. Actualmente es miembro del directorio del diario “La República”. Sigamos con vecinos de página. Gonzalo Portocarrero, sociólogo, no ha necesitado de EDC. Ni tampoco Carlos Meléndez. Fernando Vivas estudió en la PUCP. Periodistas y filósofos y literatos y politólogos abundan en la familia Miró Quesada. Me parece que se olvida la historia intelectual del periodismo en nuestro país. Y del mundo actual. Andrés Oppenheimer, que hace periodismo escrito y oral, estudió periodismo en Columbia University.
Hay gente muy capaz de escribir un tratado de derecho o de economía, pero puede que no sirva para periodista. José Carlos Mariátegui dijo alguna vez: “El periodismo es una prueba de velocidad”. No todo el mundo puede formarse un juicio –que sea sensato– en el breve plazo de comentar un acontecimiento. El saber ayuda al periodista pero también suele trabarlo. Un ejemplo: César Toro, en su enorme “Historia de la literatura peruana”, critica a Julio Ortega, profesor en Estados Unidos. Y en efecto, Julio era un tanto barroco. Se curó haciendo periodismo.
No eran doctores los periodistas del ayer. No lo era José Carlos Mariátegui y no me nieguen que “Amauta” sigue siendo la mejor revista que hemos tenido. Ismael Pinto, que se nos ha ido, aprendió el periodismo escribiendo en “Última Hora” y “Caretas”. Arturo Salazar Larraín, gran periodista en “La Prensa” de Pedro Beltrán, estudió Derecho en San Marcos. Y Sofocleto, excepcional humorista, en San Marcos y en la PUCP. Luis Felipe Angell leía y hablaba cuatro lenguas. Y Guillermo Thorndike, Letras en la UNMSM. Cecilia Valenzuela es abogada. Jaime de Althaus viene de la antropología. Juan Carlos Tafur de la psicología. Todos tienen algo en común: son prosistas. No se nace escritor, se aprende.
En suma, al periodismo se llega desde varias disciplinas: filosofía, literatura, economía, derecho, etc. Y en consecuencia, no es solo tecnología. Hay algo más, es necesario cierto don personal. Consiste en tener las ideas claras. Y saber escribir, que no es ciencia sino arte. Pero de qué estoy hablando: en el Perú, desde hace decenios, no se dictan cursos de literatura ni historia, ¡ni se enseña cómo se redacta en muchas universidades! Para recuperar la calidad del periodismo del ayer hay que remodelar la actual (pésima) educación. Para, de paso, tener lectores.
Las ciencias de la comunicación son una interdisciplina vinculada más bien a la televisión, a la publicidad, a lo visual. Los periódicos, en papel o virtuales, a la palabra escrita. Y eso, el lenguaje, es lo mejor del ser humano. Bravo, señor congresista. Saber enmendar un proyecto es el camino normal a la sensatez. Se necesita tener coraje para decirlo. Felicitaciones.