Constantemente nos enfrentamos a dilemas morales, a veces con gran dificultad tenemos que optar. El dilema resulta en la necesidad de preservar un principio moral confrontado con otro o evitar la ocurrencia de un problema mayor. Imaginemos al presidente Truman tomando la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Japón.
Algunos filósofos arguyen que los dilemas morales no son tales porque se resuelven siguiendo pautas, evaluando consecuencias y riesgos para obtener la mejor solución dentro de esas circunstancias específicas. Siempre tengamos presente a los principios y valores que sustentan el proceso.
Si nos enfocamos en la Moral de la Política y vemos que más de dos mil candidatos a las próximas elecciones tienen problemas con la justicia, son narcotraficantes, violadores, terroristas, etc. Que todos nuestros ex presidentes tienen serios cuestionamientos judiciales. Que los partidos políticos están resquebrajados, sin democracia interna, compitiendo con partidos regionales caudillistas, corruptos, populistas y clientelistas. Que podemos colegir?. Existe una Moral de la Política? Hace años se desestructuró el sistema político, luego se creó una Ley de partidos, se impuso el voto preferencial, se dejó de lado el financiamiento público a los partidos y se introdujo el cinismo en la política a través de los “diarios chichas”. Los políticos profesionales fueron dejando el paso a improvisados y luego a oportunistas y sinvergüenzas. Estamos pagando las cuentas de este gran error. Como recuperar y fortalecer el sistema político, que los partidos sean faros que iluminen la moral de la política?.
Existe el consenso de que los políticos son moralmente peores que el resto de la sociedad. Pareciera que el dilema de “ensuciarse las manos” es inherente a la política, a pesar de que los empresarios, los profesionales, los ideólogos y los demás participantes en la sociedad participen activamente en la mentira, manipulación, engaño, etc, pero el político fue elegido por unos electores y debe responder a estos, sus actos los realiza por y para la sociedad.
Los políticos gobiernan sobre nosotros, crean e imponen leyes, impuestos, terminan “creyéndose” superiores, sienten que “finalmente pueden salirse con la suya” porque hacen sentir su poder y autoridad. Como el elector no tiene medios para hacerlos rendir cuentas terminan menospreciándolo. El objetivo del político sería lograr un reconocimiento, obtener poder y ganar la gloria, pero al quedarse en lucrar y liderar corruptelas rompe su propio paradigma.
Es lamentable que sintamos que es naif (inocente) preguntarnos si un político puede gobernar con limpieza? Podemos considerar que el mejor político es esencialmente probo?.
Existen políticos decentes que genuinamente quieren lograr reformas y cambios positivos. Pero para tener éxito y preservar su posición a largo plazo, deberán aprender a “no ser tan buenos” (Machiavello). Una función importante de los partidos políticos es acogerlos y protegerlos. Parecerá necesario que para durar en política tendrá que aprender a “ensuciarse las manos”?. Será posible evitar el dilema moral de ensuciarse y conseguir hacer lo que Debe hacer con transparencia?. Aceptar un trato para ganar una elección lo debe llevar a sentirse culpable, debería hacerlo público?, confiará que sus electores acepten sus excusas?. Como juzgamos una acción que deja al gobernante moralmente descalificado pero consigue un resultado impecable?.
Ojalá que el personaje sienta culpa, porque esa sería evidencia de que no es demasiado bueno para ser político, pero que es suficientemente bueno. Esa es la moral política, es a través de las manos sucias que el político se debe dar a conocer. No pretendemos que las tenga limpias, pero que muestre su remordimiento por tenerlas sucias y haga un acto de contrición social. (Recordemos a un ex presidente intentando desconocer su paternidad).
Los actores políticos pueden sortear, sus inhibiciones morales, pero jamás llegar a cometer crímenes. Pueden tomar decisiones evaluando una circunstancia particular e inmediata para evitar enfrentar un dilema moral. La decisión moral es siempre una decisión social, porque la vida moral es un fenómeno social. Pero tengamos claro que si se trasgreden normas y reglas estas no dejan de existir, las consecuencias de hacerlo se pagan. En la política lo que se arriesga no es la bondad personal sino el poder y la gloria, por eso el buen político termina transformándose en un héroe trágico (Weber), porque finalmente en su soledad es consciente de sus acciones.