Por: Henry Bances
Gestión, 24 de junio de 2020
La economía peruana viene siendo golpeada por múltiples choques. Aunque esta vez los principales son de origen interno, generados sobre todo por la cuarentena y el deterioro del mercado laboral, el choque externo, surgido desde inicios de año, también ha contribuido a la caída de las expectativas de la economía y la elevada incertidumbre de los agentes. No obstante, este puede ser el que más rápido se disipe.
Si bien el choque externo usualmente se ha caracterizado por una fuerte contracción de los términos de intercambio, ahora estaría compuesto, por una menor demanda externa de bienes no esenciales y, de forma sui generis, un casi nulo turismo extranjero. Ello debido a que el menor precio del cobre, que se viene recuperando a la par con la economía china, ha sido atenuado por la mayor cotización del oro y la caída del precio del petróleo. A este contexto, hay que añadir la política monetaria hiperexpansiva a nivel global.
Como se sabe, la economía china demanda poco más de la mitad del cobre producido a nivel mundial, con lo cual su dinamismo impactaría directamente sobre el precio de este metal. Esta economía fue la primera en ser golpeada por el covid-19 y actualmente viene liderando la recuperación, debido a las rigurosas medidas sanitarias aplicadas desde enero último y las políticas económicas puestas en marcha.
Según el informe del trabajo del gobierno chino en “Dos Sesiones” (nombre de las reuniones anuales realizadas entre el órgano legislativo y el de asesoría política de dicho país), el paquete fiscal alcanzaría cifras similares a los que se pusieron en marcha en 2008-2009 (US$ 510 miles de millones, 3.6% del PBI) y el enfoque de la política industrial se orientaría hacia el desarrollo de nueva infraestructura (incluye comunicación basada en tecnología 5G).
En línea con lo anterior, si bien dicho país tuvo una abrupta caída en el primer trimestre de 2020, distintas instituciones prevén que al cierre del año sería una de los pocos en poder crecer. Así, se esperaría un alto dinamismo en el segundo semestre del año. Este panorama, en el mejor de los casos, podría elevar el precio del cobre por encima de su cotización media del año pasado (en lo que va de junio promedia US$ 2.56 la libra). Ello favorecería nuestras exportaciones tradicionales y suavizaría los efectos negativos sobre la confianza empresarial y el ingreso disponible de los hogares, representando un salvavidas que mantendría a flote la economía peruana.
Sin embargo, este solo sería un paliativo, ya que gran parte de nuestra recuperación dependería del impulso a la inversión pública. Además, aún existe el riesgo de un rebrote en China y el recrudecimiento de la Guerra Comercial.