Por Guillermo Dañino
(El Comercio, 10 de Junio de 2015)
Al caminar por diversas ciudades chinas es fácil encontrarse con jóvenes que llevan al cuello un pañuelo rojo. Intrigado por este signo, pregunté su significado y con la respuesta descubrí la meritocracia en la tradición del Gobierno Chino.
Desde Confucio, 551 a.C., está registrada esta tendencia por asegurar la calidad de quienes gobiernan. Seleccionamos solo una cita de las Analectas:
“El duque Ai preguntó: ‘¿Qué debo hacer para ganarme el corazón de la gente?’. Confucio respondió: ‘Eleva a las personas honradas y colócalas encima de las no honradas y ganarás el corazón de la gente’” (Analecta 2, 19).
La honradez es la primera virtud de un buen gobernante en esta tradición.
En el año 165 a.C. se instituyen los primeros exámenes para los candidatos recomendados. El verdadero sistema de exámenes comenzó en la dinastía Sui, 587, y duró hasta 1904, en total 1.323 años.
El aspecto más apreciado en los exámenes era el dominio del idioma, para asegurar que los documentos leídos o redactados no transmitieran errores.
Pasamos al sistema actual de gobierno comunista y su meritocracia: los mejores es tudiantes son calificados como pioneros según sus méritos, llevan un pañuelo rojo al cuello y en una manga unas barras que indican si son primeros, segundos o terceros en su clase. Quienes lucen estos signos son felicitados continuamente, incluso por desconocidos.
Al pasar a un colegio superior, son invitados a ingresar a la Liga de la Juventud Comunista de China. Durante todo este proceso, miembros del partido tratan de observar sus virtudes morales y cívicas que los hacen dignos de ingresar al Partido Comunista.
Una vez al año se revisa su desempeño. Entrevistan a sus superiores, a sus pares, sus subordinados y se informan de su conducta personal. Luego promueven a los mejores.
El sistema constituye una pirámide por la que ascienden los elegidos. Pueden ser nombrados subgerentes, gerentes o jefes de oficina.
Los mejores ascienden varios rangos más y llegan al Comité Central. El proceso dura de 2 a 3 décadas. El mérito es el factor fundamental.
Al nuevo presidente de China, Xi Jinping, su carrera le tomó 30 años. Empezó como administrador de aldea y mucho después dirigió áreas con 150 millones de personas y un PBI combinado de 1,5 billones de dólares.
Además del Partido Comunista, existen ocho partidos que se reúnen periódicamente en el Gran Palacio del Pueblo, situado en la plaza Tiananmen.
Esta política ha producido un sistema que combina la mejor opción para seleccionar dirigentes con la opción que asegura la pronta salida de los malos dirigentes.
El dramático progreso de China en estas últimas tres décadas es inseparable del sistema meritocrático.