Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes
Oannes, sábado 4 de abril de 2020
El miedo al contagio de una enfermedad que podría ser mortal, parece desmesurado frente a las comparaciones estadísticas, con otras enfermedades que tienen otras formas de contagio, pero que son también letales y sobrepasan las cifras mortales del COVID 19. Y eso quizá es lo más especial de esta circunstancia. Curioso, por decir lo menos.
Cada día que avanza esta cuarentena, converso con muchas personas y surgen diversas teorías sobre el origen del virus, hay muchas, incluida la oficial. Pero como toda teoría, no es más que eso mientras no se pueda probar. Una de ellas; plantea que lo que estamos viviendo es solo una escaramuza de una prolongada y nueva forma de guerra mundial, por el control de las reservas del planeta y sus canales de comercio, donde la aparición de nuevos virus o bacterias, no son casualidades naturales, sino el desarrollo y utilización de armas tácticas químico, virales o bacteriológicas.
Por ahora no importa ¿de dónde vino o como se produjo el virus? sino como nos desharemos de él, pero sobre todo como lo sobreviremos, ya que este es un virus con una cola económica impredecible, algo totalmente nuevo, en lo que además el estado peruano gastara la mitad de sus reservas monetarias, que le ha costado a sus contribuyentes varios años de aportes. Es decir adoptamos una “Economía de guerra”.
El personal de salud alrededor del mundo está en un gran porcentaje, en las estadísticas de contagiados, enfermos graves o fallecidos. Ellos son nuestros principales soldados en esta guerra contra el microscópico virus. Pero también están quienes producen alimentos, productos sanitarios, comercializan víveres, supervisan el orden público, hacen limpieza o dirigen esta guerra. Ellos son nuestros héroes.
Pero en la medida que nuestros héroes caen enfermos, otros tenemos que salir a la batalla abandonando nuestros hogares. Porque la paralización de la producción de alimentos, seria simplemente fatal. No hay mucho de donde elegir y esta epidemia es real. Así que debemos pensar la manera en que enfrentaremos esta guerra, que es realmente diferente.
Debemos tener claro que actividades como la agricultura, ganadería, pesca o acuicultura, no deben detenerse, porque de ellas depende nuestra seguridad alimentaria. Si bien la ganadería, agricultura o la acuicultura aun en ciernes, son tecnologías que permiten la programación de la producción y cosecha, en la pesca, saber aprovechar la oportunidad y la investigación en sostenibilidad son aspectos fundamentales para mantener un stock saludable y cosechas regulares.
Nuestro vecino del sur, ha creado un protocolo de faena de pesca adecuado al COVID-19, que es un punto de partida interesante.
En él se evita el embarque de mayores de 60, enfermos crónicos (diabéticos, hipertensos por ejemplo) o cualquiera que sea determinado por el Ministerio de Salud como grupo de riesgo. También se considera la limpieza, desinfección o fumigación de la embarcación previa a la subida de una tripulación, además de la sanidad diaria durante la faena. Las tripulaciones solo embarcan previo examen de descarte, controlando la temperatura o mediante una prueba, si es disponible. El abordaje y desembarque se hace desde puertos específicos para ejercer control. En caso de sospecha de contagio en faena de pesca, la embarcación deberá volver inmediatamente, avisando a un número del Ministerio de Salud, para que se atienda a los contagiados y suspendiendo el zarpe de la embarcación hasta su total sanitización. La tripulación completa debe ser descartada del contagio antes de volver a sus casas y ser reemplazada.
Es un protocolo como ya hemos dicho interesante, que puede servir de modelo para reiniciar las faenas de pesca en el Perú; si ellos quieren apropiarse de nuestro pisco, nosotros podemos tomar como modelo su protocolo y crear un modelo peruano.
Congelar, hacer conservas y salpresos, debería ser el objetivo de una estrategia del sector para enfrentar la crisis. Se trata de productos que duran entre 6 meses y 4 años, que nos darán seguridad alimentaria y moneda de cambio. Obviamente requiere de una clara gestión estatal, porque los sobrecostos de producción de conservas se han elevado en un 25%, también se requiere de un apoyo financiero, porque se trata de mercancía de lenta rotación, pero igual se vende, y es ahí quizá donde los bancos deberían poner el ojo en sus inversiones post cuarentena.
La harina y aceite de pescado, son ingredientes esenciales para la alimentación de los animales de crianza, siempre con gran demanda, pero también lo pueden ser para la alimentación humana, algo que parece que ningún gobierno quiere comprender. Estos ingredientes están probados en muchas combinaciones o fórmulas de concentrados proteicos para galletas, chocolates o pastas. Y no es nuevo, lo sabemos desde 1964 con el documentado caso de la niña Isabelita Lara, rescatada de la muerte por desnutrición con pastas elaboradas agregando harina de pescado.
Los pescadores artesanales de orilla viven del fresco y la mayoría de sus productos se comercializan en la red Hoteles, Restaurantes y Catering (HORECA). Para ellos se requiere promover un nuevo estilo de atención al cliente vía internet y un protocolo especial para “delivery” que podría dar aire a este grupo social que no es armador artesanal.
Claro todas estas propuestas podrían permitir que levantemos cabeza durante y después de esta crisis, lentamente y además reconvirtiendo la industria. Lamentablemente tenemos a una Ministra de la Producción, que no tiene idea del sector que administra y por si fuera poco discrimina al pescador industrial anchovetero, creador de la industria pesquera peruana que hoy es el sustento de más de 700,000 personas entre trabajos directos e indirectos.
Independientemente de la crisis del COVID 19, la Ministra de la Producción, entrego 40,000 TM adicionales de jurel exclusivamente a la flota propiedad de armadores artesanales (Diferente de un pescador artesanal de orilla) Con lo que la distribución de las 140,000 TM de cuota permisible de captura de jurel del 2020 ha sido de 70,000 TM para la pesca artesanal y 70,000 TM para la pesca industrial. Este acto que parece equitativo, en realidad privilegia con el 50 % de una cuota de pesca permisible a un sector específico de la pesca que no es mayoritariamente formal, que no paga impuestos, no paga derechos de pesca, tiene la mayor informalidad en sus tripulaciones, no cuenta con sistemas de refrigeración, muchas de sus embarcaciones no tienen condiciones sanitarias adecuadas y finalmente es una flota básicamente fresquera sin capacidad de congelación o almacenamiento en tierra. Y quizá lo peor, crece año a año a pesar de la prohibición para construir nuevas embarcaciones.
La Ministra ha discriminado por completo a la flota industrial, que si paga impuestos, derechos de pesca, cuenta con plantas de congelación, flota adecuada, etc. Precisamente el tipo de empresa que hace posible la existencia de las reservas monetarias que hoy dispone el país para enfrentar una batalla tan importante. La excusa: “es una cuota social”. Pero nosotros creemos que en realidad ella está financiando su futuro político con nuestros recursos.
Destrozar el prestigio del Instituto del Mar del Perú (IMARPE) con sus falsas acusaciones, ha perjudicado principalmente a la industria pesquera formal, que ahora vive en la incertidumbre a pesar de que ha invertido millones en investigación asociada en lograr la sostenibilidad de la pesquería de anchoveta.
Los pesqueros sabemos que hay abundancia de anchoveta actualmente en el mar peruano, precisamente porque los barcos que regresaron de las faenas de jurel, encontraron mucho recurso en su travesía de retorno a puerto, con buenas tallas, por lo que también creemos que el IMARPE no se equivocó en la temporada 2019-II. Ya termino el crucero de evaluación de anchoveta del IMARPE para la temporada 2020-I, todos esperamos ansiosos la decisión ministerial respecto a la cuota. La flota debe salir a pescar. Pero la ministra parece no tener intención de abrir la temporada 2020-I, solo la dilata y no decide, con lo cual ocasionaría enormes pérdidas al sector porque si abre la temporada tardíamente nos ganara el pico del desove.
La crisis del coronavirus de Wuhan, le ha resultado sumamente conveniente a la ministra para seguir con su personal agenda política, muy populista y totalmente anti-industria. Pero olvida, que casi el 50% de los tripulantes de la pesquería industrial de anchoveta, son también pescadores artesanales el resto del año.
En su populista pensamiento ha entregado 40,000 TM adicionales de jurel a armadores artesanales; la mayoría informal. Y no permite la creación de un régimen especial de pesca de anchoveta en el sur algo totalmente factible por nuestra especial configuración costera y de zócalo continental. Curiosamente su lógica populista favorece mucho a Chile, ella alega que los reportes de IMARPE (Que no se han publicado) arrojan una alta presencia de juveniles tanto en el stock norte como en el sur, pero Chile con su protocolo desarrollado e implementado, ya está pescando anchoveta.
No hay nada de vergonzoso en la industria pesquera formal peruana, ha cumplido su labor en la economía nacional durante años, ha practicado pesca responsable y sostenible en los últimos 20 años, respetando las recomendaciones del IMARPE. Y si hoy como país tenemos reservas monetarias, es gracias al trabajo formal de todos los sectores, incluido por supuesto el sector pesca. Lo informal no paga impuestos Sra. Ministra. No discrimine de manera tan grosera a un actor que representa las 2/3 partes de la pesquería nacional.