Por Fernando Rospigliosi
Expreso, 06 de diciembre de 2021
¿Alguien en su sano juicio cree que el Perú puede soportar 4 años y siete meses más de corrupción, caos y desgobierno como los que se han vivido desde que Pedro Castillo se hizo del poder?
¿Alguien con dos dedos de frente puede creer que la democracia, la libertad de prensa y la precaria institucionalidad que todavía existen, sobrevivirán mucho tiempo a los embates de los comunistas que buscan destruirlas?
¿Alguien que haya observado la realidad peruana los últimos meses puede creer que Pedro Castillo y sus secuaces, los herederos de Sendero Luminoso y el MRTA, van a cambiar, se van a reformar, se van a convertir en creyentes de la democracia y de las libertades?
¿Alguien que haya echado una mirada a la calaña de la gente que Castillo ha designado para los principales cargos públicos y que ha estado atento a la catadura de la gavilla de lo rodea, puede creer que habrá un atisbo de honestidad en su desempeño al frente del Estado?
¿Alguien piensa que los quince mil millones de dólares que han huido del Perú en los últimos meses van a retornar si se mantienen los comunistas, antimineros y enemigos de la inversión y empresa privada en el gobierno?
A estas alturas, ya no cabe ninguna duda, la única alternativa es echar del gobierno a los corruptos comunistas que se hicieron fraudulentamente de él. Vacar a Castillo –y por supuesto a Dina Boluarte, que ilegalmente sigue ocupando la vicepresidencia-, asumiendo la presidenta del Congreso interinamente la Presidencia de la República, y convocando elecciones presidenciales para completar el mandato del gobierno hasta el 28 de julio de 2026.
Como ha explicado hasta la saciedad el reputado constitucionalista Domingo García Belaunde, el Congreso actual se mantendría también hasta el final de su mandato. La situación que se produjo el año 2000, cuando cesaron simultáneamente ambos poderes, requirió un cambio constitucional que nadie está planteando ahora.
No se puede esperar más porque, primero, cada día que pasa la crisis empeora, el desempleo aumenta, los ingresos disminuyen, la pobreza y el hambre se incrementan. Cada vez es más difícil revertir ese desastre. Segundo, los comunistas avanzan en consolidarse en cargos claves en el Estado. No les importa mucho perder popularidad porque saben que, finalmente, se tendrán que sostener con la fuerza y la represión, como todos los gobiernos comunistas del mundo.
Es verdad que Castillo y sus secuaces son ignorantes e ineptos, pero sus socios no. Los cubanos acaban de mandar al Perú a sus mejores agentes de inteligencia, Carlos el “Gallo” Zamora y su esposa Maura Juampere, ambos coroneles de inteligencia, expertos en subvertir la democracia y propiciar dictaduras, con más de medio siglo de experiencia en la materia en todo el continente. Inmediatamente se han puesto a su disposición los numerosos políticos, oenegeros, activistas, agitadores e intelectuales izquierdistas que serán sus operadores.
El tiempo apremia. Hay que vacarlos ya.