Por: Fernando Rospigliosi
Expreso, 16 de octubre del 2023
Los fiscales politizados y prevaricadores que tienen a su cargo el caso Lava Jato y otros que involucran a políticos y empresarios, han fracasado completa y rotundamente. Han malogrado las investigaciones, permitido salir indemnes a la mayoría de los más grandes corruptos de la historia reciente y recuperado muy poco de lo robado.
Y siguen allí, perpetrando nuevas fechorías, totalmente impunes. No hay ninguna sanción proporcional a los daños irreparables que han causado.
La sanción al jefe de ese grupo, Rafael Vela –ocho meses de suspensión-, es ridícula en relación al estropicio que ha provocado y no tiene que ver con la conducción de pésimas investigaciones y acuerdos perjudiciales al Estado, sino con declaraciones indebidas contra una juez.
En el colmo de la desfachatez, José Pérez ahora ha pedido anular el beneficio de colaboración eficaz con Jorge Barata, a sabiendas que eso, en caso de proceder, ya no tendría ningún efecto porque el susodicho ya está fuera del alcance de la justicia peruana. Gracias a Pérez y sus secuaces, pudo salir del país sin pasar un día preso y llevándose hasta el último centavo de propiedades y cuentas.
No obstante, esos fiscales fueron espectacularmente exitosos persiguiendo a los enemigos políticos de la coalición vizcarrista. Los caviares agazapados en ONG, estudios de abogados y universidades, fueron los que señalaron los blancos, diseñaron las estrategias y fabricaron los argumentos seudojurídicos para demoler a sus adversarios y proteger a sus amigos y aliados.
Los medios de comunicación influidos o controlados por los caviares, machacaron sistemáticamente los embustes que utilizaban los fiscales para acusar y encarcelar a sus enemigos. Y desde el Gobierno, el Lagarto y su reemplazante usaron el poder político para respaldar y consolidar esas iniquidades.
Esa perversa operación ha sido muy importante para terminar de descomponer el sistema político ya debilitado, acentuando a la vez la desconfianza, el descreimiento, la rabia y la apatía en la población.
Una de las consecuencias de ese destrozo, fue la elección de la dupla Pedro Castillo y Dina Boluarte, y del actual Congreso.
Como siempre ocurre, ahora los caviares son los que más chillan por la crisis en la que se encuentra el Perú, cuando ellos son los que más han contribuido a crearla. Y sin ningún pudor, pretenden presentarse como los únicos poseedores del remedio para superarla, cuando fueron los fabricantes de la ponzoña que envenenó al país.
Mientras tanto, los fiscales que fueron los instrumentos de esa perversa campaña, siguen allí, impunes, sin asumir ninguna responsabilidad por el estropicio causado. ¿Hasta cuándo?
Otrosí digo. En otro plano, las atribuciones de los fiscales en el nuevo Código Procesal Penal y su deplorable desempeño están impidiendo a la Policía –que ya tiene muchas limitaciones- combatir con eficacia la creciente ola delincuencial. Hay que devolver la investigación preliminar a la PNP.