Por: Fernando Rospigliosi
Expreso, 8 de noviembre de 2021
La semana pasada los comunistas en el gobierno avanzaron un paso más en su objetivo más importante en esta etapa, el control de las Fuerzas Armadas. Ese es el asunto decisivo que les permitirá luego cerrar –legal o ilegalmente- el Congreso, convocar una asamblea constituyente e instaurar una dictadura chavista.
El tercer comandante general del Ejército en solo tres meses se instaló el jueves 4. Estos cambios son los necesarios para, en primer lugar, crear inestabilidad en los institutos castrenses: nadie se siente seguro en su cargo y eso se espera que lo haga más dúctil a las presiones desde el gobierno. En segundo lugar, para ir midiendo la capacidad de resistencia de las instituciones, ya humilladas como nunca antes con la imposición de un suboficial (r) de la policía de pésima catadura como ministro de Defensa. Y en tercer lugar, para ir cambiando y probando, hasta encontrar a un jefe adecuado a sus designios, que esté dispuesto a ser usado políticamente para los protervos propósitos de los comunistas a cambio de algunas prebendas.
La secuencia de los últimos sucesos ha sido detallada por militares en retiro y algunos medios. Pedro Castillo ha llevado a Palacio como asesor informal –como todo en este gobierno, entre chicha y delincuencial- al coronel EP de caballería Ciro Bocanegra. Castillo es amigo del padre, un maestro de Tacabamba, Augusto Bocanegra, que le recomendó al hijo tacabambino.
Como Bocanegra no estaba en la relación de ascensos de este año, Castillo quiso que el comandante general José Vizcarra -nombrado para ese cargo el 4 de agosto- lo incluyera en la nómina. Incluso propuso algo irregular, ampliar el número de vacantes para generales del arma de caballería de uno a dos. Pero el general Vizcarra se plantó firme y sostuvo que así se ampliaran las vacantes Bocanegra no ascendía porque era el número 3.
A Castillo no le quedó más que tragarse su ira y Bocanegra no ascendió, se respetó el orden de méritos determinado institucionalmente. La venganza no se hizo esperar, Vizcarra fue defenestrado y nombrado en su lugar al general Walter Córdova de su misma promoción, que es la de Antauro Humala.
Lo importante es que nuevamente se ha manoseado al Ejército, sin que haya ninguna reacción efectiva. Se han pronunciado enérgicamente muchos ex comandantes generales, la Adogen y varios congresistas.
Eso está muy bien. Pero en la práctica es ineficaz. Tampoco sirve de nada interpelar y eventualmente censurar al ministro de Defensa, un inútil que no es el que toma las decisiones. Sería reemplazado por otro igual o peor.
En la Fuerza Aérea (FAP) hicieron algo parecido, solo que en ese caso fue porque se incluyó en la relación de retiros a un general con buenas relaciones con el gobierno comunista.
A estas alturas es obvio que no sirven declaraciones, ni interpelaciones, ni censuras de ministros. La única opción es la vacancia. Y el tiempo se acaba.