Federico Vignati, Coordinador Regional del Proyecto Andino de Biocomercio en CAF
El Comercio – Portafolio, 24 de febrero de 2016
Palo Alto es una ciudad del estado de California, donde se concentran empresas que han transformado la sociedad en que vivimos de una forma profunda: Apple, Facebook, Intel, Xerox, HP son algunos ejemplos, pero hay muchos otros.
Además de atraer talentos de todas las regiones, lo que de por sí podría explicar el éxito alcanzado en innovación, en Palo Alto se encuentra la Universidad de Stanford, una meca de la innovación y donde se incubaron ideas como el propio Silicon Valley. Fue ahí donde llegué para aprender sobre innovación en negocios. Después de escuchar a algunos de los más brillantes gurúes de la escuela de negocios de Stanford –personas como Sarah Soule, William Barnett y Baba Shiv– reconocí que todos reforzaban tres aspectos fundamentales para el éxito en innovación.
Para mi sorpresa, la respuesta no estaba en la tecnología ni en la infraestructura. El elemento catalizador y la clave de la innovación estaría, según ellos, en la actitud.
Lo primero y posiblemente lo más importante es cultivar una actitud creativa. ¿Qué quiere decir esto? Aquí se cree y disemina la idea de que la creatividad no es algo reservado para el mundo de las artes o exclusivo para personas excepcionales. Todos podemos y posiblemente debamos ser y buscar formas y espacios para actuar de forma creativa.
La creatividad, en última instancia, no es nada más que una expresión del ser, nuestra esencia como individuos. Practicarla, por tanto, no es solo un ejercicio con impacto en innovación, sino un ejercicio íntimamente asociado a nuestra propia satisfacción.
Para alcanzar una idea excepcional, una innovación, dependemos de nuestra creatividad para generar y formar diversas ideas para probar lo que tenemos en mente. Esto nos lleva a la segunda actitud.
Experimentar, experimentar y experimentar. Cuando somos adultos evitamos fallar. Para reducir el riesgo del fracaso nos valemos de análisis, estadísticas, planos estructurados, comités de decisión y otros mecanismos. El problema es que con toda esta armadura difícilmente tenemos la energía (tiempo y dinero) para ejecutar cambios cuando nuestro “excelente” plan no funciona como esperamos. ¿Pero es así que se hacen las cosas correctamente? Puede que sí, pero no es esto lo que se hace en Palo Alto. Aquí en realidad se hace todo lo contrario.
La innovación está íntimamente asociada a la rapidez con la que como individuos, organizaciones o sociedades conseguimos reaccionar a necesidades diversas. Para incrementar esta reacción, la fórmula es simple, hay que idealizar, hacer prototipos e ir a la calle (experimentar). Cuanto más rápido sea el ciclo de experiencias y fracasos más rápido estaremos cerca de algo innovador y exitoso.
Todo es una cuestión de pasión, la innovación es la contribución exitosa de aquellos que consiguen superar la barrera psicológica del fracaso, es el resultado de los que consiguen salir y aventurarse en lo desconocido y buscan cambiar el mundo que los rodea.
Alcanzar esto requiere una gran dosis de pasión. Es esta energía positiva y realizadora, que se sustenta principalmente en tu instinto, la que te ofrecerá la endorfina necesaria para trabajar con un nivel de compromiso único y te dará la fuerza necesaria para superar fracasos, que, a diferencia de lo que nos enseñaron, no son la excepción sino nada más que el camino a seguir.
¿Pero qué pasa si libero mi creatividad, trabajo con pasión y experimento ideas y prototipos y aun así fracaso?
Solo fracasa quien no aprende nada de sus errores, si aprendes con ellos, solo estarás más cerca de alcanzar tu meta. ¡Esa es la actitud! Lampadia