Fabiola Cáceres
Senior Manager de Fundación Belcorp
Gestión, 15 de enero del 2025
Seamos parte de esta transformación, creando iniciativas diseñadas con las mujeres en el centro para maximizar la eficiencia y efectividad de la inversión».
Impulsar el empoderamiento femenino no es sólo una condición necesaria para buscar la equidad de género, sino que constituye una apuesta estratégica para el cierre de brechas sociales y el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030. En efecto, al invertir en el empoderamiento y la autonomía económica de las mujeres, es posible impactar en áreas como la salud, la educación y la productividad. Además, el cierre de la brecha de género podría añadir 7 billones de dólares a la economía mundial.
A pesar de ello, es evidente que el camino recorrido es aún insuficiente ya que 1 de cada 10 mujeres vive en pobreza extrema y enfrentan una mayor probabilidad que los hombres de experimentar inseguridad alimentaria, tener menor acceso a instituciones financieras y una mayor brecha digital. En Perú, las brechas de género son también significativas. En materia de empleo, por ejemplo, las mujeres perciben un salario 25% menor que los hombres, tienen mayor probabilidad de tener un trabajo informal y el 41% deja de trabajar tras concebir a su primer hijo. Asimismo, las mujeres tienen menores posibilidades de ser empresarias y enfrentan mayores obstáculos para emprender.
A pesar de ello, hoy, más de 1.3 millones de emprendedoras peruanas han optado por el camino del emprendimiento y trabajan por alcanzar su independencia económica, generar empleo y contribuir al desarrollo de sus familias y sus comunidades.
Con estas mujeres resilientes en mente, hemos creado programas como Mujeres Sin Límites, que, centrados en las necesidades de las usuarias y entendiendo las dificultades que enfrentan, brindan acompañamiento y formación en habilidades de liderazgo y gestión de negocios a las emprendedoras del Perú y América Latina. Estas iniciativas han mostrado ya su efectividad con cambios relevantes en los conocimientos, conductas, buenas prácticas de gestión y resultados de negocios entre las participantes, pero nos han dejado también reflexiones y aprendizajes respecto de los elementos clave para que intervenciones enfocadas en el empoderamiento femenino puedan generar el impacto deseado.
Por ejemplo, es necesario entender y visibilizar que las mujeres enfrentan una carga desproporcionada de labores domésticas y de cuidado, lo que limita su disponibilidad de tiempo para el autocuidado, el fortalecimiento de sus habilidades, el emprendimiento y el avance de sus metas profesionales y personales. Si bien no hay una solución sencilla a corto plazo, nos corresponde exigir a las autoridades y a la sociedad la implementación de medidas concretas para lograr una distribución más equitativa de las tareas en el hogar pero, en paralelo, quienes asumimos el reto de promover intervenciones que potencien el empoderamiento, el emprendimiento femenino y/o el fortalecimiento de capacidades en este segmento clave de la población, debemos incorporar estrategias que permitan convivir con esta realidad.
Algunas de ellas incluyen brindar flexibilidad y el mayor nivel de personalización posible de la experiencia, para que cada mujer pueda acceder a los programas de formación y acompañamiento en los horarios, días y formatos que mejor se adapten a las múltiples tareas y roles que debe cumplir. Esto no solo permite que estén activas y comprometidas, sino también potenciar su experiencia, lo que conduce a mejores resultados y reduce el riesgo de deserción.
Sin duda, estas son apuestas estratégicas clave que contribuyen a movilizar la agenda de género y a cerrar las brechas sociales. Sin embargo, es crucial que no pierdan de vista las necesidades de las usuarias.
Seamos parte de esta transformación, creando iniciativas diseñadas con las mujeres en el centro para maximizar la eficiencia y efectividad de la inversión.