Eran Yuvan
Embajador de Israel
Perú21, 24 de enero del 2025
«La obsesión de Hamás por el conflicto armado ha atrapado a los gazatíes en un sufrimiento perpetuo, sin la visión de un futuro más allá de la guerra».
El grotesco espectáculo del 19 de enero de tres mujeres secuestradas, que fueron torturadas durante 470 días en las cárceles de Gaza, desfilando entre una multitud hostil antes de su liberación a manos de la Cruz Roja, sintetiza la barbarie de Hamás. Este hecho trágico subraya la realidad de que Hamás es plenamente responsable de la guerra que estalló ese día y que provocó después el sufrimiento infligido tanto a israelíes como a palestinos y la devastación de Gaza. Ha llegado el momento de que la comunidad mundial afronte esta verdad: con Hamás no hay esperanza. No hay paz con Hamás. Hamás es un escollo hacia la paz y la estabilidad, y su continuo control en Gaza supone la ruina para los palestinos y para la región.
La brutalidad sin límites de Hamás quedó al descubierto el 7 de octubre, cuando sus fuerzas lanzaron un ataque sin precedentes contra Israel, bombardeando ciudades y aldeas, incendiando casas sobre sus habitantes, violando y mutilando, matando a más de 1,400 civiles, así como secuestrando a más de 250 personas, entre ellas, niños, bebés y ancianos. No obstante, el sufrimiento no se limita a los israelíes. Aunque dicen defender la libertad palestina, Hamás ha priorizado la dictadura y la militarización por sobre el bienestar de su gente, instrumentalizando la ayuda humanitaria como un medio de opresión y reorientando los recursos a la construcción de túneles y el almacenamiento de armas.
La crisis humanitaria en Gaza es una consecuencia directa del mal gobierno de Hamás. No solo ahora sino también antes del 7 de octubre. Las infraestructuras básicas de Gaza estaban en ruinas, la economía estaba hundida, la atención sanitaria era inadecuada y el desempleo se disparó. La obsesión de Hamás por el conflicto armado ha atrapado a los gazatíes en un sufrimiento perpetuo, sin la visión de un futuro más allá de la guerra. El ejemplo más flagrante es la construcción de cientos de kilómetros de túneles terroristas, en los cuales Hamás también encarcela y tortura a los secuestrados israelíes, pero les niega el ingreso a los ciudadanos de Gaza con el propósito de refugiarse.
El control de Hamás sobre Gaza impide cualquier esperanza de un futuro mejor. Para los gazatíes, esto significa vivir bajo un régimen que prioriza la violencia sobre la prosperidad. Para los israelíes, eso quiere decir soportar ataques incesantes que destrozan vidas y socavan la esperanza de paz. Y para toda la región, Hamás representa una fuerza desestabilizadora que perpetúa los ciclos de hostilidad y promueve el islamismo radical y los intereses iraníes. De hecho, la lealtad de Hamás a Irán, el así denominado “eje del mal”, enreda aún más la región en la confusión, ya que la influencia de Teherán alimenta el extremismo y la agresión.
La comunidad internacional debe reconocer que una Gaza gobernada por Hamás no ofrece ninguna vía hacia la paz, solo una continuación del conflicto, el sufrimiento y la inestabilidad tanto para palestinos como para israelíes. La eliminación de Hamás no es solamente un interés israelí; se trata de una necesidad regional. La continuidad del gobierno de Hamás solo garantiza desesperación para los gazatíes, un miedo perpetuo para los israelíes y la inestabilidad permanente de la región
Ahora es el momento de imaginar y trabajar hacia un futuro en el cual la sombra de Hamás ya no se cierna sobre Oriente Medio.