Sus columnas se publican en más de 50 periódicos y ha escrito varios exitosos libros de política y economía internacional. Ha ganado los premios Pulitzer, Ortega y Gasset y Rey de España, entre otros. Es editor para América Latina de “The Miami Herald” y conduce el programa periodístico televisivo más influyente de este lado del mundo. No es casual que ningún otro periodista haya entrevistado a tantos presidentes latinoamericanos. Es Andrés Oppenheimer.
Se van a cumplir diez años de la publicación de “Cuentos chinos”, tu libro sobre el populismo latinoamericano. ¿Cómo ha evolucionado este fenómeno en la última década?
No hay nada más tedioso que un argentino dándose palmadas en la espalda, pero se cumplió exactamente todo lo que dije en ese libro. Cuando lo publiqué en el 2005 los populismos latinoamericanos estaban en su apogeo. Argentina estaba nadando en dinero de las exportaciones de la soya. Venezuela estaba inundada de petróleo con los precios de este a más de US$150 el barril. Chávez se encontraba en su pico, empezando su campaña para convertir a Venezuela en una potencia regional y mundial y conseguir un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y en ese libro decíamos que si esos gobiernos despilfarraban todo en subsidios en lugar de invertir en educación, ciencia, tecnología e infraestructura y no ahorraban durante la época de vacas gordas para cuando vinieran las flacas – como venía haciendo Chile –, al final del ciclo de los altos precios de las materias primas se iban a encontrar tan pobres o más pobres que antes. Lamentablemente es lo que ahora estamos viendo en esos países.
La democracia también retrocedió en la última década.
En este aspecto América Latina avanzó muchísimo en los ochenta y ha retrocedido muchísimo en los últimos diez años.
Lo mismo sucedió con la libertad de expresión…
Absolutamente. Mira lo que está pasando en Ecuador. Es una vergüenza continental cómo están silenciando a los medios, insultando a los periodistas y poniendo leyes mordaza. Mira lo que está pasando en Venezuela: el gobierno ha comprado casi todos los medios mediante empresarios amigos y prácticamente ha acallado al resto de la prensa. Ha habido un enorme retroceso en estos últimos diez años, en los que estos presidentes ‘narcisistas-leninistas’ han acaparado todos los poderes y los otros países han mantenido un silencio cómplice lamentable.
No obstante, hay quienes siguen pensando que el gobierno debería poner algunos límites a la prensa. ¿Cuál debería ser el rol del Estado?
¡Respetar la libertad de prensa e información! Todo lo contrario de lo que está haciendo Correa en Ecuador o Maduro en Venezuela. Ustedes en el Perú siempre han tenido una prensa muy ruidosa y crítica. En tu país se destapa un escándalo semanal. Eso es mucho mejor que una prensa totalmente amainada, que en última instancia termina dándole a los gobernantes una licencia para robar. Cuando no tienes un sistema de pesos y contrapesos, la prensa libre es la única que puede impedir que los políticos tengan la cancha libre para hacer lo que quieran.
¿Cuál es el futuro de los países bolivarianos?
En buena parte de América Latina tenemos ciclos. En los setenta teníamos gobiernos militares, en los ochenta socialdemócratas, en los noventa neoliberales, en la primera década del siglo XXI presidentes ‘narcisistas-leninistas’ y populistas. Y espero que ahora se venga un nuevo ciclo de gobiernos pragmáticos, insertados en el mundo y que echen raíces para que no volvamos a desperdiciar años como los diez últimos.
Yo creo que el gran desafío de nuestros países es aprender del Perú y Chile, entender que se reduce más la pobreza y a mucho menor costo social con la continuidad que con la revolución. Chile redujo la pobreza más que ningún otro país latinoamericano desde que empezaron los gobiernos democráticos, sin muertos, exiliados ni grandes traumas, como hoy los hay en Venezuela. El Perú hace 15 años que viene reduciendo la pobreza, mucho más que los países bolivarianos y sin grandes convulsiones sociales.
No obstante, ahora con Bachelet, pareciese que Chile podría renegar del ‘modelo chileno’.
Lo que pasa es que la gente en Chile ya no se compara con Venezuela, sino con los países de la OECD. [Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos]. Por eso, con razón, muchos chilenos se preguntan “¿por qué no puedo tener educación o atención médica más barata?”. Se están comparando con los países europeos y eso es una señal de éxito.
Pero no están dándose cuenta de que el estado de bienestar europeo es en parte responsable de la crisis económica de estos países.
Claro, porque los chilenos aún no han pasado por eso.
Habría que mantener el rumbo, entonces…
Si te fijas, los países que lo mantienen crecen más que aquellos que dan grandes bandazos. Un ejemplo de este último grupo es Argentina, que cada diez años cambia de sistema político.
Luego del fracaso de los países bolivarianos, ¿dónde queda la izquierda latinoamericana?
Yo soy muy escéptico de las palabras ‘izquierda’ y ‘derecha’. El país comunista más grande del mundo, China, es donde se practica el capitalismo más salvaje. Ahí hay trabajo infantil, no existen leyes que protejan a los trabajadores ni universidades gratuitas. Por eso, hoy hablar de ‘derecha’ o ‘izquierda’ no tiene mucho sentido. Creo que las diferencias pasan por países aislados versus globalizados o modernos versus “setenteros”.
Si le tuvieras que recomendar a un europeo o estadounidense un país para vivir y uno para invertir en América Latina, cuáles serían.
Para vivir todos.
¿Venezuela?
Bueno, quizá no Venezuela. Pero para vivir casi todos. Y para invertir casi todos también.
¿Recomendarías a Argentina?
Sí, definitivamente, porque habrá un cambio de ciclo pronto cuando se acabe el gobierno y el próximo necesariamente será mucho mejor que este. Argentina es el país de los bandazos. La pregunta no es si invertir en él, sino cuándo. Y la prueba de que se viene un momento mejor es que la bolsa de valores subió un 70% en el último año porque los inversionistas se están anticipando a lo que va a pasar.
¿Y Ecuador?
Bueno, Ecuador aún no está en el fin de su ciclo. Lo que muchos ven como el ‘milagro ecuatoriano’ es un fenómeno efímero. Hoy Ecuador es lo que era Argentina hace cinco años: todo el mundo feliz y con un presidente muy popular. Pero su sistema económico está basado en una prosperidad ilusoria, que empezó cuando el país se negó al pago de la deuda y se expropiaron compañías extranjeras. Además, se está destruyendo la institucionalidad del país. Cuando destruyes el sistema de controles, de pesos y contrapesos y amordazas a la prensa, estás creando una licencia para robar. Por eso, Ecuador está bien, pero va por mal camino. Y va a terminar mal.
¿Cuál es el futuro de organizaciones como la Unasur?
La mayor parte de esas organizaciones son sellos de goma para permitir el turismo político de los presidentes y ayudar al país que la crea en casos de crisis. Es lo que vemos en Venezuela con la Unasur. Su silencio cómplice con los 42 muertos políticos es lamentable. Pero Venezuela ayudó a crear la Unasur para tener un foro de apoyo en un caso como este.
La inflación de organizaciones políticas internacionales en América Latina es un chiste. Tenemos más grupos como la Unasur que países. Y estamos haciendo la integración al revés. Los europeos empezaron con acuerdos específicos sobre seis productos y después lo fueron ampliando a otros bienes. Décadas después empezaron a hacer acuerdos políticos y más tarde hicieron un acuerdo de política exterior común. Construyeron la integración de abajo para arriba. Nosotros los latinoamericanos queremos crearla de arriba para abajo. Creamos una gran organización que cada tres años cambia de nombre. Los presidentes se sacan la foto, se juran amor eterno, decretan que a partir de hoy empieza “la gran integración latinoamericana con la que soñó Bolívar” y al día siguiente no son capaces de exportarse una papa sin restricciones aduaneras.
¿Sucederá algo distinto con la Alianza del Pacífico?
Esta tiene mucho más mérito porque tiene acuerdos concretos: la bolsa de valores regional, los acuerdos de visado, por ejemplo. El resto es poesía.
¿Por qué América Latina ha perdido importancia política para Estados Unidos?
Porque a su gobierno no le interesamos. El presidente Obama no tiene una historia personal de conexión con nuestra región. Cuando lo entrevisté por primera vez, cuando era candidato, nunca había visitado América Latina. Y en su Gabinete tampoco tiene a nadie que le interese este lado del planeta. Por otro lado, a Obama le tocó una serie de personajes latinoamericanos que viven del show y del conflicto con Estados Unidos. Él decidió ignorarlos en vez de pelearse con ellos como hacía Bush. Y cuando vio que los demás países de la región los apoyan también perdió bastante interés.
Que Estados Unidos mire cada vez menos a la región ¿es bueno o malo?
Creo que es malo si se traduce en menos exportaciones latinoamericanas al mercado más grande del mundo, o en menos científicos yendo a trabajar a las mejores universidades del planeta.
“¿Por qué no tenemos un Messi de las ciencias?”
Para Oppenheimer, debemos hacer con nuestros científicos e ingenieros lo que hacemos con nuestros jugadores de fútbol.
¿De qué trata tu próximo libro?
Innovación. ¿Por qué los latinoamericanos podemos tener a los mejores jugadores de fútbol del mundo pero no a un Bill Gates o a un Steve Jobs? ¿Por qué no podemos tener un Messi de las ciencias o de la tecnología?
¿Y cuál es la respuesta?
No estamos haciendo con nuestros ingenieros o científicos lo que hacemos con nuestros futbolistas. A estos últimos los mandamos a jugar en las mejores ligas mundiales, juegan con los mejores del mundo y elevan su calidad. Y cada cuatro años regresan a sus países a jugar en la selección nacional. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo en el campo de la ciencia y tecnología?
Nuestros científicos e ingenieros salen al exterior mucho menos que los de Asia y otras partes del mundo. Hoy hay cinco veces más estudiantes de Corea del Sur en Estados Unidos que los de cualquier país latinoamericano. No estamos mandando a nuestros científicos e ingenieros a las universidades top del mundo, como sí lo hacemos con los futbolistas. Al no estar entre los mejores, no mejoran su nivel. Y cuando se van a Estados Unidos o Europa no los reclutamos cada cuatro años para jugar con nosotros.
Tenemos que hacer con nuestros científicos e ingenieros lo mismo que hacemos con nuestros futbolistas. Que vayan a trabajar a las mejores universidades y convertir la fuga de talentos en una ganancia de talentos invitándolos que vengan a enseñar aquí e integren el centro nacional de investigación cada tanto tiempo.
Fíjate lo que sucedió con el equipo de Costa Rica. Prácticamente todos sus jugadores juegan en Europa. Cuando jugaban solo en su país no llegaban ni al puesto cincuenta de la tabla del mundo. Hoy le juegan de igual a igual a los grandes y casi le ganan a Holanda, gracias a que jugando en el extranjero se han vuelto más competitivos.
“El principal riesgo es el canibalismo político”
¿Cuál es el mérito del gobierno de Humala?
No haber destruido un modelo al que le iba bien.
¿Y qué le criticas?
Lo mismo que a otros países latinoamericanos que están manejando bien sus economías: han abdicado de la defensa colectiva de la democracia en la región.
Por no oponerse, por ejemplo, a los abusos en Venezuela…
Mucho de lo que ocurre en Venezuela es producto de que los otros países, a través de la Unasur, han avalado un proceso electoral totalmente maniatado, que es lo que ha producido el baño de sangre. Si los gobiernos latinoamericanos le dan el visto bueno a procesos electorales como ese, mañana nada impide que lo mismo suceda en nuestros propios países.
¿Cuál es el principal riesgo político que enfrenta nuestro gobierno?
Quizá el canibalismo político que existe aquí. Los presidentes son muy castigados. No recuerdo un presidente peruano que haya tenido una aprobación de más del 50% al tercer o cuarto año de su mandato. El nivel de popularidad de los presidentes peruanos es menor que el de casi cualquier otra democracia moderna. Eso se relaciona con la propensión de buscar ‘outsiders’. Afortunadamente ninguno ha sido destructor de prosperidad. Pero esta característica peruana puede llevar por un mal camino si los peruanos no se convencen de que han logrado reducir la pobreza gracias a la continuidad de las políticas económicas.