Uno de los pilares fundamentales de la democracia es la libertad de expresión. Ante esto, resulta desolador que países como Argentina, Ecuador y Venezuela vengan ejerciendo una política de persecución hacia los medios de comunicación y sobre la información que estos emiten.
Rafael Correa asumió hace unos días su tercer mandato (2013-2017), cuyo triunfo electoral lo obtuvo con el 57% de los votos y cuenta actualmente con una alta popularidad. Uno de los rasgos más resaltantes en sus años de gobierno ha sido su hostigamiento a los medios independientes. Los casos más emblemáticos han sido los ocurridos con el diario “El Universo” y contra los autores del libro “El gran hermano”, pero adicionalmente, según la organización Fundamedios, en el 2012 se han registrado 173 agresiones a periodistas y medios de comunicación –17 casos más que en el 2011– perpetrados en su mayoría por el mismo presidente. La intención de Correa es aprobar una ley de medios en el Congreso que le permitirá regular los contenidos periodísticos y seguir atacando a la oposición. Con una mayoría parlamentaria al 73%, queda claro que esta tendencia de amedrentamiento se mantendrá.
El kirchnerismo en Argentina acaba de cumplir diez años en el poder.
Diez años que han servido para polarizar a la población y en donde la prensa independiente se ha visto severamente amenazada. En Argentina las agresiones son un tanto más sofisticadas en confabulación con otras instancias de poder. Desde el 2009 el grupo Clarín, opositor al régimen, ha enfrentado una serie de ataques de diversa índole como la nueva ley de medios relacionada con las licencias de radio y televisión o la modificación a la ley de mercados de capitales que tiene que ver con los accionistas minoritarios en las empresas. Ambas medidas atentan contra la integridad empresarial del grupo.
Asimismo, ahora está en juego el control del Estado en Papel Prensa, única empresa productora de papel periódico en Argentina. El trasfondo político se reduce a que la señora Kirchner estaría buscando obtener un porcentaje relevante en las próximas elecciones legislativas que le permitan, a su vez, ser re-reelegida en el 2015.
En Venezuela la historia ya tiene larga data. Los 14 años de chavismo en el poder han permitido realizar medidas drásticas contra la libertad de expresión. Con el cuestionado triunfo de Nicolás Maduro, en las elecciones presidenciales del 14 de abril último, el panorama parece continuar. Muestra de ello ha sido el reciente control mayoritario por parte de personas cercanas al oficialismo de Globovisión, medio televisivo que se ha caracterizado por ser una ventana de información libre.
Ante esto el candidato opositor, Henrique Capriles, ha denunciado que sus actos ya no serán transmitidos en vivo y diversos periodistas han presentado su renuncia al canal.
Tras lo descrito cabe preguntarse ¿son estos regímenes democráticos?
Si bien sus respectivos mandatarios han sido elegidos a través del sufragio universal, esto no garantiza el pleno funcionamiento de la democracia, menos aun si se tiene evidencia del permanente hostigamiento que se comete contra la prensa y periodistas de oposición.
Este tipo de acciones sofoca las libertades individuales y colectivas de los pueblos, con ello se busca el silenciamiento, la autocensura y se abre paso para vulnerar otros derechos.