Editorial El Comercio
14 de febrero de 2016
Como es de público conocimiento, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) debe pronunciarse en los próximos días sobre el recurso de apelación presentado por Todos por el Perú (TPP) contra la resolución del Registro de Organizaciones Políticas (ROP) que declaró improcedente su solicitud de modificación de partida electrónica, lo que podría acarrear como consecuencia que el partido en cuestión sea retirado de la carrera electoral.
EL JNE ha anunciado que, si bien disponía de 30 días hábiles desde que se elevó el expediente para resolver el mencionado recurso, lo hará con gran celeridad para “no afectar los plazos establecidos en el cronograma electoral”. La verdad, no obstante, es que este asunto hace mucho más que eso: enrarece la atmósfera de todo el proceso y lo salpica de incertidumbre y suspicacias, porque involucra a un candidato que ha alcanzado una posición muy expectante en las encuestas.
A ello han contribuido, sobre todo, las declaraciones del propio Julio Guzmán, el aspirante presidencial de ese conglomerado, quien señaló días atrás que “acá hay una mano negra e intenciones no muy santas” y que no descartaba la posibilidad de salir a las calles si el pronunciamiento del JNE les es adverso.
Esas afirmaciones, sin embargo, resultan particularmente inadecuadas en la medida en que el trance en el que TPP se encuentra envuelto es producto del incumplimiento por parte de ellos mismos de disposiciones que conocían de mucho tiempo atrás.
El partido de la ‘ola morada’, en efecto, modificó en octubre sus estatutos en una asamblea general extraordinaria que no cumplía los requisitos para ser considerada oficial. Como este Diario y otros medios han informado ya a lo largo de las últimas semanas, problemas relacionados con el quórum de la cita y el estatus de los asistentes y votantes en lo que concierne a su condición de militantes de esa organización política arrojan una sombra de ilegitimidad sobre los actos derivados de las decisiones que se adoptaron en la ocasión.
En particular, se cuestiona la designación del Tribunal Nacional Electoral que, a su vez, aprobó el reglamento electoral interno bajo el cual los postulantes del partido al Ejecutivo y Legislativo fueron elegidos, Guzmán incluido. De ahí la gravedad de todo este incordio.
Basado en la jurisprudencia que establecen sus anteriores resoluciones ante casos similares, el JNE podría fallar en contra del recurso de apelación de TPP, pues la mejor o peor colocación de un partido en las encuestas al momento en que su situación legal es examinada por esa instancia no es argumento para aplicar las normas de manera distinta.
La defensa de Guzmán y sus partidarios, empero, ha alegado también que todas las contravenciones a las disposiciones vigentes observadas son solo de carácter “administrativo” y que, en atención a los derechos que nuestra Constitución consagra, se debería preferir la protección de la participación política sobre cualquier otra consideración. Y si bien lo primero es ampliamente discutible, lo segundo pone el dedo sobre un aspecto de la controversia que sí merece ser contemplado.
Es cierto que lo que resuelva el JNE esta semana podría cambiar dramáticamente el escenario del proceso en marcha, pero eso es solo razón de más para tratar de crear un ambiente en el que esa institución pueda tomar una decisión alejada de criterios dictados por la coyuntura política. Y es precisamente por eso que la atribución de la responsabilidad de todo lo que está ocurriendo a la acción de una imprecisa ‘mano negra’ resulta desafortunada y peligrosa.
Máxime cuando, como hemos visto, en realidad la difícil situación en la que se encuentra TPP es, esencialmente, consecuencia de errores y torpezas propias (de las que, además, se advirtió a esa organización desde mucho antes de que su candidato presidencial empezara a subir en las encuestas). Es decir, cuando cualquier observación atenta del problema revela que la mano que se encuentra detrás de la crisis que podría dejarlos fuera de carrera es claramente morada antes que negra. Lampadia