Por Eduardo Amorrortu
(El Comercio, 11 de agosto de 2015)
Dar a entender a la opinión pública que el Ejecutivo hizo su tarea y responsabilizar a los inversionistas por la desaceleración económica es un mal gesto político del ministro Alonso Segura.
El ministro afirma que la sobrerregulación y la demora en los trámites administrativos no pegan de golpe y no aparecieron de la noche a la mañana. Pero olvida que, en lugar de corregir cualquier exceso de regulación de los gobiernos anteriores, se continuó sobrerregulando hasta desalentar las inversiones y frenar la creación de nuevos empleos.
Precisamente, la incorporación del ministro Segura al MEF respondió al objetivo de levantar las trabas a la inversión en un acto que representa el reconocimiento tácito de que el gobierno quería enmendar su política. Lamentablemente, las estadísticas muestran que la inversión sigue deprimida.
La primera razón de la no reacción de las inversiones es que el enfoque del señor Segura no considera la necesidad de reformar entidades públicas que tienen diseño de los años 90. Esto resta competitividad a la actividad económica porque no tienen presupuesto, personal, ni están preparadas para seguir los requerimientos del nuevo orden internacional ni del desarrollo nacional. Asimismo, no han encontrado un balance entre fiscalización y facilitación o no tienen los medios para identificar al funcionario público que cede a la tentación de “pedir alguito” para que las empresas superen todo lo anterior.
Una segunda razón es que el ministro no logra que el Gabinete sume esfuerzos en torno a una política integral. Por eso, la Ley Servir no muestra resultados sensibles, el Plan de Competitividad Nacional no cumple sus metas, el sector acuícola lleva dos años esperando una nueva ley de promoción y el sector forestal carece de un marco institucional que impulse su desarrollo. Otro ejemplo es la larga discusión sobre la remuneración mínima vital que le costó el cargo a un primer ministro.
La tercera razón del fracaso del señor Segura está en su propia casa: el desacertado manejo de la recaudación tributaria por parte de una Sunat extremadamente fuerte y abusiva en su tarea fiscalizadora. Un disparo a los pies de la economía, haciendo menos competitivas a las empresas y ahuyentando a los inversionistas que hace tres años estaban muy interesados en venir al Perú.
Una cuarta razón es la desacertada e inoportuna decisión de reducir la tasa del drawback a 4% y en el futuro a 3%. Es incoherente esperar que el empresariado invierta cuando los envíos no tradicionales caen en -7,5% y los de confecciones en -27% en el primer semestre del año. Esto demuestra un total desconocimiento del sector exportador y su participación en la generación de empleo y formalización del sector empresarial. El barco se hunde, los pasajeros necesitan salvavidas y el ministro se los quita.
El ministro Segura debería reconocer que, además de aplicar medidas anticíclicas se requieren reformas estructurales para construir futuro, por lo que él debe tener una comprensión y visión amplia de la problemática del país y compartirla con el Gabinete para gestionar una política multisectorial que ayude a reconstruir la confianza que el sector privado ha perdido. Hecho esto, la apertura y disposición para trabajar de manera estrecha con el sector privado debe ser el siguiente paso.