Por: César Campos Rodríguez
Expreso, 6 de agosto del 2023
La sombra de corrupción que cayó la semana precedente sobre el mandatario de Colombia, Gustavo Petro –la cual amenaza convertirse en una larga noche tormentosa para el ejemplo de “decencia” y “ética” de la demagógica izquierda latinoamericana–, confirma la enorme ventaja concedida por las herramientas de la tecnología moderna a la justicia. Nadie del espectro político global, por más que proclamen cruzadas eternas contra el crimen organizado y las prácticas ilícitas de todo nivel, escapan al escrutinio de los micro procesadores de información que almacenan lo más íntimo de nuestras vidas, a cualquier hora o en cualquier lugar.
Como se sabe, Nicolás Petro (hijo del presidente) fue puesto contra la pared por un despecho de su pareja Daysuris Vásquez, al enterarse ésta de un acto de infidelidad. Vásquez reveló los aportes económicos recibidos por Nicolás de dos delincuentes y como prueba, ofreció a la Fiscalía intercambios comunicacionales a través de WhattsApp donde ambos tratan el tema y Petro hijo da instrucciones para blanquear tales recursos.
Nicolás no tuvo más que admitir el hecho, pero añadiendo que parte de tal dinero manchado fue a parar a la campaña presidencial de su progenitor. En tiras y aflojas argumentales, ahora dice que ni el político ni su entorno conocieron el origen turbio de ese aporte.
Parece persuadido que le conviene sostener los resortes de poder de su padre, mantenerlo en el palacio de Nariño, pues caído sería un prontuariado más sin mecanismos operativos de salvación. Veremos qué nuevas aproximaciones logrará la Fiscalía colombiana revisando correos electrónicos, otros chats o registro de llamadas telefónicas. Sorpresas nos darán tales pesquisas.
La corruptela de los últimos 20 años ha creído eludir sus triquiñuelas bajo métodos que devinieron rápidamente en obsoletos. Por ejemplo, ocultar sus ganancias mal habidas en paraísos fiscales o cuentas bancarias en naciones lejanas como Luxemburgo y Andorra.
Lava Jato probó que ya eso es historia. La apertura de los sistemas Drousys y My Web Day de la empresa Odebrecht, por ejemplo, sacó a la luz los codinomes de quienes recibieron coimas y los posibles nombres verdaderos fueron enunciados por sus ejecutivos. Nada se oculta bajo el sol.
Ahí están Sada Goray, Mauricio Fernandini y demás peces gordos o flacos recibiendo prisiones preventivas básicamente debido a información falsa o contradictoria puesta en el espejo de transacciones bancarias y también intercambio de comunicaciones electrónicas. Y otro portaestandarte de la integridad progre, la exregidora de Lima Marisa Glave, con investigación preparatoria del Ministerio público luego de asegurar que apenas una sola vez había tratado con Luis Gómez-Cornejo Rotalde (hoy prófugo, sindicado como el pagador de los “bonos de éxito” por la campaña contra la revocatoria de la alcaldesa Susana Villarán con dinero de coimas) cuando el levantamiento de la reserva de sus llamadas telefónicas prueba que fueron seis.
Sin duda el más efectivo colaborador eficaz y confesor sincero es el delator digital. Enhorabuena.