Entrevista a Charles (Chuck) Preble, Ingeniero de minas. Director de la Southern de 1965 a 1999. Autor de Un minero americano en el Perú
Por Maritza Espinoza
La República, 06 de julio de 2016
Tú creciste en un ambiente de músicos y has sido músico también…
Sí, en mi familia eran músicos. Cuando tenía 12 años, mi papá me llevó a un banco a pedir crédito para comprar un saxofón. Ya cuando fui a la universidad, tocaba saxo y clarinete y me metí en un grupo que trabajaba dos o tres noches por semana y con eso me pagué la universidad.
¿Y cómo termina un músico en el mundo de la minería…?
Es porque cuando uno ve cómo están comiendo y viviendo los demás músicos, con las justas, dice: no creo que quiera hacer esto. Por lo tanto, en tercero de secundaria comencé a trabajar en una compañía de fabricación de piezas de acero y me gustó.
Ya te nacía trabajar con metales…
Sí. Así que solicité mi ingreso a una universidad cooperativa, donde estudias y trabajas. Pero este pueblito de 21 mil personas tenía su periódico y la editora de la página social escribió un artículo sobre su marido, un ingeniero de minas, que viajaba por aquí y por allá. Ahí dije: ¡esto es para mí!
¿Cómo llegas al Perú?
Estudié Ingeniería de Minas en la universidad de Arizona, me gradué y tomé un puesto en la American Smelting and Refining. Luego entré a la Fuerza Aérea y, al terminar mi servicio militar, trabajé con la Eastern US Exploration. Después de varios años en exploración, dije: no es para mí, tengo que buscar algo más estable. Me dijeron que había un puesto en Perú. Ni sabía de qué se trataba. Fui a una entrevista, me aceptaron y vine.
¿Cuál era tu expectativa del Perú?
En ese entonces no esperaba quedarme. Era un contrato por dos años, pero esos dos años pasaron rápido, porque encontré a María Antonieta, mi señora. La conocí un ocho de octubre, en enero estábamos comprometidos y en julio casados. Y este año vamos a cumplir 50 años juntos.
¿Te llegaste a sentir peruano?
Yo siempre digo: no soy peruano, sino arequipeño (risas).
¿Cómo fue la experiencia de tratar con cinco gobiernos tan distintos?
Con el primer gobierno de Belaúnde no tuve mucho que hacer. Era un junior en la empresa…
¿En qué momento ya tratas con los gobernantes?
Cuando llegué a ser gerente en Toquepala en el 74, 75, ya con Morales Bermúdez, que era otro tipo de persona. Pero no tuve contacto con él hasta después de que dejó la presidencia. Fui invitado a una comida por un amigo que era su hijo político. Yo ya tenía un alto nivel en Southern. Me encontré a un señor muy capaz, entendía mucho de lo que necesitaba el Perú.
¿Con algún presidente peruano llegaste a tener relación más cercana?
Con Fujimori. También con García, pero no hubo una relación muy buena, porque tuvimos un problema que tenía que ser arreglado. Una vez llegué a decirle: señor presidente, si no llegamos a un acuerdo en este problema, vamos a vernos en la corte.
¿Qué te contestó?
Nada en ese momento, nada, pero me contaron que, cuando yo salí por la puerta, se puso a gritar: ¡de qué se trata este problema! Pero nadie en su gobierno lo entendía (explica un complicado problema contractual).
¿En el gobierno de Fujimori se llega a resolver ese tema?
El abril del 89, entablo una demanda contra García, pero no llegó a la corte. Cuando entró Fujimori, hice una cita para explicarle. Él tenía un gran equipo que le dijo: si no arreglamos este tema con Southern, la empresa extranjera más importante del país, nadie va a venir a invertir. Apenas llegamos a un acuerdo, saltaron 700 millones en inversiones solo por parte de nosotros.
¿Cuál dirías es tu aporte personal a nuestro país?
Creo que lo más importante ha sido trabajar con la gente. Yo llegué aquí sin poder hablar nada de español: solo sabía decir “cerveza” (risas). Cuando entré a la mina comencé a trabajar con los obreros, empleados y funcionarios, porque quería saber qué hacían, cómo eran. Y encontré gente con mucha voluntad y muy capaz. Me ayudaron mucho a aprender castellano, aunque no aprendí mucha palabra sucia (risas).
¿Qué sentiste al jubilarte el 99?
Después de 35 años, salí muy bien. Entregué las llaves y me fui tranquilo. Pero para mí, parte de entender cómo se hace una inversión minera es que no es solo sacar la roca de la tierra. Si está bien manejado, se puede dejar algo para un futuro mejor.
Lampadia