Entrevista a Cecilia Bákula
Perú21, 8 de marzo del 2025
Carlos Cabanillas
8 de marzo. La historiadora repasa el rol de la mujer, desde el voto y el ministerio de la Mujer hasta Dina Boluarte, la primera presidenta del Perú.
No le agradan las cuotas ni el Día de la Mujer, pero cree que es una buena excusa para hablar de los temas pendientes.
¿Cómo surge el debate de las ciudadanas?
Víctor Andrés Belaunde tiene una frase preciosa. Dice, y estoy parafraseando: “La mujer religiosa puede ser una muy buena ciudadana”. Lo que se estaba dando era la condición de ciudadanas. Porque solamente eran ciudadanos los varones. Y cuando esta ley se da, la ley se va realmente a rubricar en el periodo de Odría. ¿Por qué? Porque Odría quería darle un tono paternalista de cierta inclusión a la mujer. No porque le interesara, sino porque quería ganarse a las masas populares. Y porque además quería que su mujer, María Delgado, fuera la candidata a la alcaldía.
Y llegan las primeras parlamentarias…
En 1956 entran nueve. Una senadora y ocho diputadas. La senadora fue Irene Silva de Santolalla. ¿Cómo habrá sido el mundo de esa mujer, sola en el Senado? Hay muchos aspectos que la propia mujer no ha tomado en cuenta. La ciudadanía no solamente es derechos. También implica deberes. Y en esta coyuntura de mucho feminismo, quieren hacernos creer que los derechos no implican responsabilidades o que ejercerlos nos roba derechos naturales, como la maternidad.
Ser madre es un derecho.
La maternidad es un derecho. Eres tú, guste o no, quien transmite valores, ciudadanía, identidad, etcétera. No es que la mujer sea dependiente. Yo no soy dependiente. Pero tenemos que entender que hay roles naturales que tienen que ser protegidos. La maternidad, la educación, la familia. Yo sí soy una creyente de que si este país fortalece el concepto de familia, hombre, mujer, ayuda y complementariedad, la siguiente generación va a ser una generación mayor. Esta es una generación de niños abandonados en el sentido de que no hay nadie en casa. Pero claro, da lugar a trabajo secundario, por supuesto que sí. Pero la mujer tiene que defender su derecho a ser madre. Creo que es un tema difícil. Quizás no es políticamente correcto decirlo. Hay que recuperar nuestro derecho principal a ejercer las consecuencias de un don que es la maternidad. Haríamos mal en excluir eso a favor de un derecho ciudadano.
La narrativa muestra la maternidad como un obstáculo para la profesión.
Como un obstáculo… Yo creo que la mujer es más radical en todo. Cuando mata, cuando da el tiro de gracia, lo da con placer. Pero cuando ama, ama hasta la muerte. Eso es un tesoro que hay que, creo yo, encauzar. No quiero que le quiten a la mujer nada. No nos han concedido. Hemos cogido lo que eran nuestros derechos naturales por ser seres humanos, por aportar, por pensar, por ser mayores de edad. Pero creo que la narrativa feminista puede generar todavía mayores problemas de frustración por las hormonas que tenemos. La maternidad es una necesidad que no es parir, sino que ese fruto sea exitoso. Es tu continuidad. Y aprovechar eso en beneficio de la sociedad, de una juventud más sana, de una infancia más abrigada con la familia.
La mujer crea ciudadanía. Crea ciudadanos, aun antes de ser ciudadana.
Sí, porque podías tú tener un hijo que era ciudadano aun cuando la madre no lo fuera. De los más de 340 presidentes del Congreso, solamente ocho han sido mujeres. Y han sido regias: Martha Hildebrandt, Meche Cabanillas… gente que ha dado la talla de verdad. Yo no creo que la mujer requiere una celebración. A mí que me celebren todos los días. Pero si es una cosa que está como establecida, quizás hay que reflexionar en aquello que es una mala lectura de los derechos adquiridos e implica una merma en nuestro sentido. Es políticamente incorrecto. Pero yo no tengo que ser políticamente correcta con nadie.
Odría da el voto a la mujer y Fujimori da el ministerio. Y Yolanda Coco, de la Unión Revolucionaria… ¿Hay una feminidad de derecha?
Creo que no. Había grandes mujeres, pero el voto no lo da un movimiento feminista como en Chile. No era una intelectualidad agrupada, como con Gabriela Mistral. Acá el voto lo da un partido machista que había dado un golpe. Por mí, el Ministerio de la Mujer podría desaparecer. Las fujimoristas no tienen un discurso feminista, pero sí ejercen su derecho ciudadano.
Con figuras tan extraordinarias en la historia peruana, ¿qué pensar de la primera presidenta?
Mi frustración con Dina Boluarte es que no ve el honor de ser la primera mujer. Ocuparse de las nimiedades, del fácil poder. La frivolidad. Ha sacado frustraciones personales que no tenemos que asumir como ciudadanos. Que se opere y tenga su Rólex, pero no puede ser prioridad. Ella representa a la mujer sin voz, a la que no tiene dónde dar a luz, a la que va a la posta y no hay médico. No hay empatía con la población femenina que es la mitad. Muchas aún la miraban con esperanza. No nos queda más que aguantarla, ya le falta poco. Como representante de la mujer es fatal. Se perdió en lo nimio, en lo poco elegante. No da la talla como mujer. Y por eso votaron los caviares. Ella frustró la necesaria esperanza de la mujer de llegar al poder.