Por: Carlos Milla Vidal, Presidente de la Cámara de Turismo del Cusco
El Comercio, 12 de agosto de 2019
Para hablar de turismo, debemos primero entender la naturaleza de esta actividad. No es solamente cómo lo definen los diccionarios: el desplazamiento por más de una noche de las personas hacia lugares fuera de su residencia habitual. Se trata de un fenómeno con profundas implicancias sociales, económicas y culturales. Una actividad que, habiéndose convertido en adictiva, influye en la calidad de vida de las personas y que, sin ninguna duda, ha cambiado al mundo para siempre.
“El fenómeno más importante del siglo XX”, como bien ha afirmado la Organización Mundial del Turismo, se da porque la motivación inicial del viajero está movida por la curiosidad innata de conocer lugares, personas y culturas.
Ha sido también estimulado por el crecimiento de la economía y el desarrollo de los medios de transporte a lo largo de todo el siglo pasado, donde la aviación comercial y su superlativo crecimiento ha achicado distancias y conectado al planeta entero.
EVOLUCIÓN DEL TURISMO
Los teóricos del turismo han encontrado sus primeros antecedentes en las peregrinaciones motivadas por la fe: La Meca, Santiago de Compostela, entre otras. Sin embargo, el verdadero desarrollo de la actividad surge con los viajes de ocio, que tienen diversas motivaciones como el descanso, el placer, las playas y luego, a medida que los viajeros son más experimentados, se van sofisticando las motivaciones. El turismo cultural (conocimiento de historias y lugares donde se desarrollaron culturas), por ejemplo.
Las tendencias mundiales son variadísimas, y van desde la motivación de las playas españolas de los 60 (SSS por Sea Sand and Sex), hasta las tendencias motivacionales que mueven el turismo hacia el Perú, es decir: cultura, actividades al aire libre y naturaleza.
Pero la evolución puede medirse desde diversos puntos de vista, no solo las tendencias de las motivaciones, también los perfiles de los viajeros, rangos de edades, nivel de educación. La industria turística se ha adaptado a las características de la demanda y ha empezado a organizar su oferta y productos a los diversos intereses y perfiles de consumidores.
Ahora ya no se vende solo pernoctaciones y camas, ahora se venden experiencias que se diseñan a partir de conceptos. El uso de la tecnología no solo para ofrecer y vender, sino el uso que nuestros clientes cada vez más tecnológicos y jóvenes nos han enseñado. La industria se está alineando a las demandas de los millennials, consumidores jóvenes que quieren otras cosas.
La llegada de las OTAS (Online Travel Agency) está acabando con la intermediación de las agencias y poniendo nuevos actores en el mercado, en tanto, Airbnb amenaza los paradigmas de la industria hotelera. Los inversionistas están totalmente desorientados y los nuevos intermediarios siguen aumentando sus ganancias, a costa de quienes creyeron e invirtieron en la planta turística.
TURISMO Y ECONOMÍA
El turismo ha sido considerado por sus efectos como una actividad de exportación; es decir, que comparada con las actividades (agrícolas o industriales) donde los productos se envían para su consumo en el exterior y generan divisas para la economía nacional –que ingresan como pago de los productos exportados–, el turismo “importa consumidores” y estos ingresan las divisas para nuestra economía. Frente a ello, ¿cuáles son las cifras relevantes del turismo?
Para entender la importancia de nuestra actividad en el mundo, queremos ilustrar con algunas cifras que nos harán pensar: En el mundo, 1.400 millones de personas hacen viajes de turismo todos los años.
Esta cifra es absolutamente relevante si la comparamos con la población total del planeta (7,7 mil millones de personas); es decir, 18% de los habitantes del planeta viajan por turismo cada año.
Los países que más visitantes reciben son Francia (86 millones al año) y España (82 millones). Si lo vemos por ciudades, los destinos cambian un poco: Hong Kong (26,6 millones), Bangkok (20 millones) y…
A nivel global, los estados invierten en infraestructura pública dedicada al turismo alrededor de US$471 mil millones de dólares y el crecimiento del turismo en el mundo es de 5,3% por año.
En América, no se aleja mucho de esa cifra, crecemos a 6,5% y, puntualmente, el Perú se expande al 8%. Nuestro país sube más que el promedio mundial desde hace 25 años.
Actualmente, el Perú recibe 4,8 millones de turistas que generan US$5.000 millones en ingresos. Según cifras oficiales, el turismo aporta el 5% del PBI (aunque las mediciones indirectas lo ponen encima del 8%).
El turismo en el Cusco urbano provee uno de cada cuatro empleos (contando empleos formales, informales, permanentes y temporales) y es la actividad que menor inversión requiere por puesto (un empleo permanente en turismo se genera con US$20,000, mientras que en minería con US$1 millón.
¿QUÉ HACER Y QUÉ NO HACER EN TURISMO?
Los países deben regular la actividad del turismo, desde varios puntos de vista: hacer planes de manejo territorial, que estén alineados con los objetivos nacionales de desarrollo, garantizar que los negocios turísticos tengan la sostenibilidad basada en criterios ambientales, sociales y económicos; también deben asegurarse de una legislación que garantice formalidad, seguridad y estándares de servicio.
Deben actuar todas las instancias de gobierno (nacional regional y local), debidamente coordinadas con una visión y objetivos comunes, y coordinar con las poblaciones locales, para lograr una interacción respetuosa y mutuamente beneficiosa.
Los destinos, de acuerdo a su jerarquía y especiales condiciones, deben tener planes de manejo territorial, definir accesos y rutas de visita, deben planificar centros de visitantes, asegurarse de una correcta interpretación y todo esto, compatibilizando las herramientas modernas de manejo que incluyan: capacidad de carga, límite de cambio aceptable, manejo territorial y monitoreo permanente. ¡Aún queda mucho por hacer!