Por: Augusto Álvarez Rodrich
La República, 11 de febrero del 2022
Todos los que dejan el gabinete salen hablando mal de Castillo.
Los tres gabinetes despedidos en seis meses han acumulado una gran cantidad de exministros en poco tiempo, entre los que hay gente de toda creencia, ideología, grado de preparación y otras diferencias, pero, si algo tienen en común todos ellos, es que salen hablando mal del presidente Pedro Castillo.
El expremier Guido Bellido, un experto en el arte de disparar con ventilador, despotricó de Castillo como “un sindicalista básico”, y el excanciller Héctor Béjar ofreció un relato espeluznante del reclutamiento en el Gobierno.
La expremier Mirtha Vásquez, quien renunció aunque Castillo quiso hacer creer que la había despedido, dejó una carta de renuncia y declaraciones que desnudan una presidencia de la República precaria, al igual que el exministro del Interior Avelino Guillén.
Ahora ocurre lo mismo con dos exministros despedidos. El de Salud Hernando Cevallos dice que el presidente carece de la capacidad de definir una línea política clara y de elegir al equipo; y el del MEF Pedro Francke que “en el Gobierno de Castillo hay una falta de rumbo estratégico”.
Puede ser por la falta de empatía de un presidente que apenas se reúne con los ministros, incluyendo las sesiones de los Consejos de Ministros en los que –por lo se ve en las actas– es un busto mudo; o de su absoluta falta de liderazgo en el equipo que debiera dirigir pero que, en la práctica, no lo hace.
O, también, puede tener que ver con la necesidad de los que dejan el gabinete de tomar distancia, por razones de sobrevivencia profesional, de una presidencia tan calamitosa que no deja muchas ganas de poner en el CV que fueron ministros del mismo.
Pero casi todos los que se van del gabinete, por decisión propia o porque los echaron –de mala manera, además, vía whatsapp–, toman pronta distancia.
Hubiera sido mejor que hablaran con esa claridad cuando eran ministros y podían influir para mejorar la situación, y ya no ahora en que se vuelven expertos en el kiss & tell (besar y contar), que es como se conoce a quien ha tenido una aventura con un famoso y luego la cuenta en público, pero que es como también se le llama al creciente género editorial de quienes han estado en el Gobierno y luego revelan su paso por este, sin dejar títere con cabeza.