En la Amazonía ya existen cerca de 65 ecoalbergues, además de áreas de conservación privada y concesiones para conservación
El turismo hacia la naturaleza o ecoturismo es un fenómeno bastante nuevo en el Perú y contribuye cada vez más a la conservación de bosques y de espacios naturales, además de generar empleos rurales e ingresos para los pobladores. En el país existen cerca de 100.000 hectáreas de concesiones para ecoturismo, además de áreas de conservación privada y concesiones para conservación, y esto gracias a la innovación en la Ley Forestal que abrió esta posibilidad para la inversión de empresas turísticas. En la Amazonía ya tenemos cerca de 65 ecoalbergues bajo este sistema, y algunos de ellos están clasificados entre los más destacados a nivel mundial.
En Madre de Dios se ubican cerca de 30 ecoalbergues por su destacada biodiversidad y esta actividad turística es una alternativa económica sostenible a la minería ilegal del oro, que en lugar de conservar los bosques los destruye. La zona más visitada es la Reserva Nacional de Tambopata y el Parque Nacional Bahuaja-Sonene. Inkaterra Reserva Amazónica conserva unas 10. 000 hectáreas de bosques y con el ecoturismo genera una rentabilidad 10 veces superior a la ganadería por hectárea; da empleo a cerca de 102 personas en el bosque; y posee todas las certificaciones de calidad y sostenibilidad a nivel mundial. Posada Amazonas, un emprendimiento turístico en asociación con la Comunidad Esse’ eja y la empresa RainForest Expeditions, es administrado por los indígenas, adecuadamente capacitados, y genera ingresos y empleos a la comunidad nativa, y su éxito le ha permitido obtener tres distinciones internacionales por la inclusión de los indígenas en la actividad turística, que además son los dueños del bosque.
El ecoturismo en las áreas protegidas por el Estado (parques, reservas y áreas similares) ya está llegando a más de un millón de visitantes extranjeros, mejorando los ingresos de las áreas y mejorando la eficiencia en su administración, y beneficiando a las poblaciones aledañas. La Reserva Nacional de Tambopata –y las zonas aledañas–, en Madre de Dios, recibe al año unos 60. 000 visitantes, y es una de las mecas donde el ecoturismo tiene un desarrollo creciente. También destaca la Reserva Nacional de Paracas, con cerca de 160. 000 visitantes, que generan ingresos importantes para Pisco, Paracas y San Andrés por los hoteles, restaurantes y transporte para visitar las islas Ballestas, y está en las guías turísticas internacionales. El desarrollo turístico en Paracas es tan importante que ahora existen hoteles de lujo de categoría internacional, y esto es solo el inicio porque el futuro es de enorme potencial.
El ecoturismo también tiene un interesante desarrollo en Amazonas (Abra Patricia y Gocta), en San Martín (Pumarinri y otros) y en Loreto, donde la Empresa Explorama Tours, con tres ecoalbergues, conserva bosques y su biodiversidad, e integra en sus circuitos la visita a comunidades nativas de la zona mejorando las escuelas y prestando asistencia social.
Tal vez la experiencia más reciente son los hoteles flotantes (floteles) en Loreto con varias empresas (Acqua y Dolphin, entre otras), que ya no construyen albergues en el bosque sino el albergue es el hotel flotante o flotel, con todas las comodidades, y que visitan la Reserva Nacional Pacaya Samiria, donde el flujo turístico crece a un ritmo de hasta un 15% al año. Esta forma de turismo innovador crecerá ciertamente en el futuro, siempre que el Estado garantice la seguridad de los visitantes.
No existe ninguna duda de que el ecoturismo hacia la naturaleza ya es una forma innovadora para conservar bosques y la biodiversidad, dar empleo en zonas rurales apartadas, contribuir a proteger las áreas naturales protegidas y prestigiar a nuestro país con una actividad sostenible. Ciertamente el futuro es prometedor.