Anthony Laub
Perú21, 29 de octubre del 2025
«Hasta acá, Jerí se ha mostrado proactivo, ágil y cercano a la población. Comunica bien y proyecta una imagen de control que a los otros dos les era ajena».
El presidente Jerí ha hecho en escasos 18 días más de lo que hicieron juntos el golpista de Pedro Castillo y la inerme Dina Boluarte en los más de cuatro años que ambos “gobernaron” el país.
No es que hayamos saltado del infierno al paraíso; simplemente, decimos que Jerí, en vez de dedicarse a reunirse con sujetos opacos, familiares y dirigentes de izquierda en la casa de Sarratea para planear los zarpazos que le prodigaron al Estado, o de juntarse con “waykis” para recibir relojes y joyas, viajar por el mundo o afinarse la nariz a expensas de los peruanos, se ha enfocado en dos temas que son muy relevantes en la escena actual: seguridad ciudadana y elecciones.
Jerí parece haber entendido que involucrarse en los temas de seguridad con sus visitas de madrugada a comisarías y penales, para ejercer dirección y control sobre las fuerzas policiales en su lucha contra la delincuencia, paga. Un alto porcentaje de la población así lo reconoce.
Del mismo modo, ha sostenido reuniones con las entidades que llevarán a cabo el próximo proceso electoral y queremos creer que dichas sesiones están enfocadas en garantizar un proceso electoral transparente.
Hasta acá, Jerí se ha mostrado proactivo, ágil y cercano a la población. Comunica bien y proyecta una imagen de control que a los otros dos les era ajena. Me atrevería a decir que las luces (sean de las cámaras o del sol) no lo hieren ni lo asustan, mientras que los otros dos, huían de estas cual vampiros.
Nota saltante: la acertadísima decisión de haber retirado a Narváez y Vera de esa coladera que es Petroperú. Esperemos designe un directorio y una gerencia profesional e independiente y que no dilapide un sol más de todos los peruanos en ese sumidero.
Es pronto para calificar a Jerí, pero mal haríamos en no reconocer que ha iniciado con buen pie. Toca ser cautos, escépticos y sostener la institucionalidad para evitar caer en otra crisis política.






