Por: Anthony Laub
Perú21, 12 de Mayo del 2023
“La diferencia es que no podemos probar fácticamente si existe un infierno u otra vida; pero sí verificar las tergiversaciones del credo verde”.
S.Pinker en su obra Enlightenment Now señala: pese a que la humanidad hoy está mejor que nunca, prevalece la desconfianza a la razón y se la subyuga a creencias y religiones que lindan con lo mágico e irreal. La izquierda y los mercantilistas aprovechan ello para promover movimientos que subordinan el desarrollo humano a “entidades más trascendentes” como el ecosistema. Por ejemplo, el romántico movimiento verde ve el acceso a la energía no como una forma de mejora humana sino como un crimen contra la naturaleza, que se vengará en la forma de guerras por recursos o a través del “cambio climático” que acabará con la civilización.
Este nuevo culto banaliza el conocimiento y poder del hombre de mejorar sus actos al reducir una situación con varias aristas a un mero problema dicotómico: si usamos más energía, morimos; si paramos, nos salvamos. Hacen lo mismo cuando invocan a la “madre naturaleza”. Se nos vende que la naturaleza nos ama, como María amó a Jesucristo. Falso. La naturaleza no tiene misericordia alguna pues, en todo su esplendor, quiere aniquilarnos. Solo el ingenio humano ha logrado moderar un poco tan desigual batalla.
Aun cuando es evidente que debemos aprovechar la energía para prosperar, proteger especies, nos dicen que destruiremos el planeta y a nosotros. Sacerdotes verdes como Gore, Hansen o Greta vienen profetizando desastres que, de haberse dado, la Tierra ya estaría despoblada. La similitud con la religión es pasmosa. La diferencia es que no podemos probar fácticamente si existe un infierno u otra vida; pero sí verificar las tergiversaciones del credo verde.