Por: Ántero Flores Aráoz
Expreso, 23 de noviembre de 2018
La mayoría de peruanos no merece la situación que vivimos en nuestra patria, en que los enfrentamientos de unos y otros nos hace retroceder lo avanzado en varios lustros de crecimiento, de aumento del PBI, de mayor comercio exterior, de reducción de la pobreza y pobreza extrema, de mayor número de familias que acceden a mejores ingresos y a la elevación de sus niveles de vida.
Creíamos que quienes habían tomado la posta gubernamental, en lo que diríamos en términos deportivos que es el “segundo tiempo” del mismo partido, tomarían acción para destrabar y facilitar la ejecución de tantos proyectos de inversión que darán mayor trabajo a nuestra población, que realmente simplificarían el exceso de “tramitología” existente en el país y, que además con acciones de estímulo y facilitación, encausarían la informalidad imperante a la formalidad deseada, que permita una mayor recaudación.
Lamentablemente, en la dirección aludida, se ha hecho poco o nada, pues se ha preferido la confrontación estéril, que lo único que hace es desmotivar a los inversores y emprendedores, y quitarnos la esperanza de sana mejoría.
Hoy por hoy la confrontación que se vive causa crispación a los ciudadanos de bien, que no entienden las motivaciones de la confrontación, cuando por ejemplo los Poderes Ejecutivo y Legislativo pudieran preparar y ejecutar una agenda común, en que se privilegien las normas necesarias para el despegue económico de nuestra patria.
Estamos a poco tiempo del bicentenario de la independencia del Perú del dominio foráneo y esa efeméride, que debería ser recordada con acciones concretas, con obras importantes, con resultados favorables para nuestra colectividad, lamentablemente queda en discursos, proclamas y ceremonias, de mucho valor lírico, pero de poco o nulo contenido interesante y útil.
Deplorablemente la situación que venimos soportando se agudiza con lo que podríamos denominar la judicialización de la política, los excesos de fiscales y jueces que dictan medidas que son de carácter excepcional, como si fueran regulares y del día a día, y que, sin proponérselo, afectan hasta el debido proceso, el derecho de defensa e incluso obstaculizan la lucha contra la corrupción que ha campeado en las últimas décadas.
Para ponernos en el rumbo adecuado, direccionando todos la brújula hacia el mismo norte, necesitamos que la primera autoridad del país, esto es el Presidente de la República, comprenda su rol de articulador de todo el Perú, que deje de lado las acciones que lo hacen efímeramente ascender en las encuestas para accionar como el gran líder que requiere nuestra patria para superar la crispación mencionada.
Presidente: asuma el LIDERAZGO, todo en mayúsculas, y para ello le sugerimos que coordine directamente con dos grupos importantes de poder. Por un lado reúna al Consejo de Estado con los presidentes y jefes de los poderes públicos y organismos constitucionales autónomos, para enrumbar al país; y por otro lado, con los jefes de las agrupaciones políticas que le podrán dar el apoyo que se requiere para que haya paz, dentro de la cual se pueda desarrollar la hoy desconcertada ciudadanía. Aún está a tiempo, no lo desperdicie.