Alfonso Bustamante Canny
Perú21, 10 de diciembre del 2025
«Hoy unas 15,000 familias dependen de Cerro Prieto y Cerro Prieto depende de sus colaboradores. Esa relación simbiótica exige respeto mutuo, espacios de diálogo, cumplimiento de compromisos, capacitación continua y mecanismos que premien la eficiencia», sostuvo Bustamante Canny.
La semana pasada celebramos el aniversario de la empresa agrícola que fundamos 25 años atrás. Lo hicimos en la Cámara de Comercio de Lambayeque, región que nos acogió y entidad a la que orgullosamente pertenecemos. Nos acompañaron las autoridades regionales donde generamos mayor impacto.
Al repasar este cuarto de siglo recordamos errores y aciertos, fenómenos climáticos adversos, inseguridades jurídicas y contingencias que amenazaron la continuidad de nuestra empresa.
Hoy unas 15,000 familias dependen de Cerro Prieto y Cerro Prieto depende de sus colaboradores. Esa relación simbiótica exige respeto mutuo, espacios de diálogo, cumplimiento de compromisos, capacitación continua y mecanismos que premien la eficiencia.
La agroexportación es la actividad que mayor impacto social genera en la costa peruana: crea empleo formal donde antes había subempleo y dinamiza la economía rural. Pero su continuidad no está garantizada. Para mantener la competitividad, necesitamos reinventarnos constantemente, accediendo a genética de última generación e incorporando nuevas tecnologías, lo cual requiere de inversiones de capital de manera constante, cuya sostenibilidad depende de generar y reinvertir utilidades, asumiendo riesgos que exceden los ciclos políticos.
La remuneración del trabajador formal del agro peruano incorpora sobrecostos no vinculados a la productividad, que representan entre el 40% y el 70% de los costos de operación. Esta distorsión merma significativamente la capacidad de reinversión de la empresa y de no corregirla, conducirá a una muerte lenta del sector. La solución ineludible es incrementar la productividad del trabajador.
El trabajador productivo es clave para la competitividad de la empresa y a la vez, el principal beneficiario de ese esfuerzo mediante mejores ingresos y oportunidades de desarrollo. La empresa que no cuente con una estrategia de capacitación y retención de sus trabajadores estará en una posición vulnerable.
Así, se activa el gran círculo virtuoso de la economía rural: Acceso a mercados con productos de alto valor, empresas que arriesgan y reinvierten, trabajadores que se capacitan y mejoran, familias que progresan y comunidades que se integran. Defender ese círculo virtuoso —con reglas claras, estabilidad jurídica y eliminación de sobrecostos a la inversión y a la capacitación— no es un interés corporativo, es una política de desarrollo rural.






