Alfonso Bustamante Canny
Perú21, 15 de octubre del 2025
«En ocho meses de gobierno de transición no se resolverán los grandes males del Estado, pero sí puede evitarse que se agraven».
En el Perú la economía ha demostrado una notable capacidad para resistir los embates de las crisis políticas. Hemos atravesado disoluciones del Congreso, vacancias presidenciales y enfrentamientos políticos permanentes sin que ello haya causado, siquiera, variación alguna en el tipo de cambio. Esta resiliencia es admirable, pero no sostenible. Ningún país puede prosperar indefinidamente sobre una base institucional en ruinas.
El problema no radica en un presidente o un Congreso específico, sino en un sistema político desacreditado y sin capacidad para representar ni gestionar. El Estado ha fracasado en proveer seguridad, en administrar justicia y en la provisión de servicios básicos a los ciudadanos. No por falta de recursos, sino por la ausencia de instituciones eficaces que los transformen en bienestar.
El peruano está HARTO de tener que resolver por cuenta propia las inacciones del Estado, por su falta de empatía y su absoluta incapacidad para administrar. FRUSTRADO por haber tenido que entregar nuevamente el celular a encapuchados pistoleros quienes exigen además las claves de acceso, sabiendo que su denuncia no prosperará. MOLESTO porque, después de invertir un año de trabajo y todos sus ahorros en arreglar su local, no obtiene los permisos para abrir al público. Porque demora más de tres horas en llegar a casa cada día. ¿Por qué? Porque al gobierno no le importas.
En ocho meses de gobierno de transición no se resolverán los grandes males del Estado, pero sí puede evitarse que se agraven. El objetivo debe ser claro: combatir la inseguridad ciudadana, no debilitar más las instituciones del Estado, condenar todo acto de corrupción, garantizar un proceso electoral limpio y ordenado, y entregar el poder con transparencia y legitimidad.
Los peruanos necesitamos canalizar nuestra frustración con civismo: rechazando las coimas, trabajando con honestidad, emprendiendo y votando responsablemente. Votar por quien pueda ejecutar y administrar, por quien quiera cambiar la vida de los peruanos marginados del desarrollo. Votar por quien nos deje prosperar, no por quien busque la destrucción de nuestro sistema productivo. No es tan complicado: cien personas eficientes y empoderadas en la administración pública pueden cambiar el país para siempre.