Alfonso Baella Herrera
Posición.pe
20 de julio de 2016
La foto del virtual Gabinete Zavala en su primer consejo de ministros, el domingo último y con PPK a la cabeza, es quizá un hecho tan inédito como sorpresivo en la historia política del Perú. No se suele anunciar con tanta anticipación la designación de un gabinete entero. Menos aún, el primer gabinete de un gobierno que inaugura su mandato y menos, por cierto, quince días antes de su juramentación. Y la razón de la reserva es obvia y tiene que ver no sólo con una estrategia comunicacional sino con un mínimo de estrategia política.
Nunca se entendió bien lo de “gordito, joven e independiente” en alusión a Fernando Zavala, cuando este ni siquiera había renunciado a la empresa en la que trabajaba. Tampoco entendimos la “urgencia” de precisar, como lo hizo, el nombramiento del Primer Ministro y de la totalidad de su gabinete con tanta antelación. Muchos se preguntan con razón ¿Para qué? ¿Quién lo presionó? ¿Qué ganó con ello?
En los hechos Zavala ha sido expuesto a un fuego cruzado desde varios frentes y, apenas una semana después, su virtual gabinete ha recibido munición graneada sin que los ministros – que no son aún tales- puedan defenderse y, peor aún, dando la impresión que algunos de ellos han sido enviados a los medios para decir no se sabe bien qué.
PPK es quizá uno de los economistas más encumbrados en la historia del Perú y por eso llama la atención está percepción de improvisación. Y es más extraño por el hecho que Fernando Zavala es un hombre cuyo prestigio corporativo no se ha ganado sobre la base de genialidades o inspiración de último minuto, sino en el rigor del estudio, la planificación y la correcta ejecución de una estrategia. Eso parece faltar. La realidad sugiere que falta aún una pieza que no está en el rompecabezas.
La política, aquí y en todo el mundo, no se puede aprender en cursos acelerados. Y la razón es muy sencilla; la política es historia, es vivencia y convivencia. Pero además las relaciones y los múltiples lazos no se pueden improvisar entres los actores. No basta con querer ser político para dejar de ser tecnócrata. “Ser o no ser, ésa es la cuestión” es la frase más famosa de las obras de Shakespeare. Es un dilema que aquí, en la coyuntura política, se plantea y que la política; la buena política, puede ayudar a resolver.
Lampadia