Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 21 de setiembre del 2023
“Esa foto con Biden le significa un gran espaldarazo de los gringos a este gobierno tan frágil y le cierra la boca a los que hablan de ‘aislamiento internacional’”.
Me imagino que la siempre ponzoñosa y maravillosa coleguita Maritza Espinoza se tendrá que tragar las palabras de su última columna (“Paria internacional”) tras la reunión de Boluarte con Biden. También Torre Tagle anuncia reuniones con otros pesos pesados, como el vicepresidente chino y el secretario general de la ONU —además del chileno Boric—, pero ya nomás esa foto con Biden le significa un gran espaldarazo de los gringos a este gobierno tan frágil y le cierra la boca a los que hablan de “aislamiento internacional” por los muertos de Puno. Oigan, afuera del Perú nadie habla de esos muertos. En realidad, se habla muy poco o casi nada del Perú, un país muy remoto para muchos en el primer mundo, y los problemas e incidentes diarios en el planeta y en cada país son tan grandes que los hechos de Puno y otras partes hace rato que están fuera de la foto o les importa un comino. Por ejemplo, a un español le interesa un millón de veces más la inflación, el precio de su diario aceite de oliva, la actual crisis de gobierno de la investidura, los líos con los independentistas, lo raro que está el clima peninsular, la incesante migración africana o la guerra de Ucrania a que haya habido muertos en el lejano Perú durante un disturbio de hace varios meses (y peor es en EE.UU. o el norte de Europa, donde al Perú muchos ni siquiera lo pueden ubicar bien en el mapa). Además, Castillo era considerado tan poca cosa y tan folclórico (sobre todo por el sombrerito) para quienes sí lo ubicaban afuera, que a la modesta Boluarte la ven como Churchill al lado. Desengáñense de ese mito que “el mundo nos está mirando”, que más allá de la zona latinoamericana apenas existimos. Un poco más de atención sobre nosotros pone el mundo económico especializado de afuera, pero toda esa buena fama que ganamos a base de tanto esfuerzo está muy mellada por esos casi nueve millones de necios (debería usar otro calificativo muchísimo peor) que votaron por Pedro Castillo en la segunda vuelta.