Aldo Mariátegui
Perú21, 6 de agosto del 2025
El vicioso Petro es tan patético y debe ser tan impopular que quiere forzar un contencioso limítrofe con nuestro país por unas islas que aparecieron en el río Amazonas en 1970. En verdad, Petro ha trasladado la conmemoración patria de la batalla de Boyacá a Leticia porque Boyacá anda muy convulsa, además que quiere envolverse en la bandera frente a un enemigo externo para recuperar popularidad y también —como me apunta un observador— “desuribizar” la agenda interna, muy cargada por la condena contra Uribe. Todo este problema de los islotes lo creó el pérfido diplomático colombiano Diego Cadena Montenegro el año pasado.
La historia de la frontera con Colombia es poco conocida. Leguía quería llegar a un acuerdo para romper con el entonces eje antiperuano Bogotá-Santiago y poder así después negociar Tacna y Arica con Chile teniendo la frontera norte ya tranquila. También así Leguía acabó con el eje Quito-Bogotá.
Los colombianos alegaban que el río Amazonas era la frontera, mientras que el Perú postulaba al río Caquetá. Finalmente, se optó como la frontera por un río más o menos intermedio, que es el Putumayo. Los colombianos —con apoyo yanqui, pues EE.UU. quería recompensarlos por quitarles Panamá— reclamaban una salida al Amazonas y Leguía les canjeó el Trapecio de Leticia por el Triángulo de Sucumbios en 1922. Debemos ser el único país que entrega territorio tras ganar una guerra y así le dimos Sucumbios a Ecuador en 1942 y estos después descubrieron mucho petróleo allí.
En 1932, un grupo de civiles peruanos ocuparon Leticia y casi vamos a una guerra abierta con Colombia, abortada por el asesinato del belicista presidente Sánchez Cerro a manos de un aprista en el Campo de Marte (abril 1933), cuando pasaba revista a las tropas. Su sucesor el mariscal Benavides —quien venció a Colombia en La Pedrera en 1912— prefirió negociar la paz, volviendo Leticia a Colombia por el Protocolo de Río de Janeiro de 1934 (no confundir con el acuerdo homónimo de 1942 con Ecuador).