Aldo Mariátegui
Perú21, 9 de octubre del 2025
“Pocas veces van a encontrar con un lugar en que se sonría tanto con una alegría casi caribeña y se sea tan cálido con el visitante, especialmente si es limeño”.
Los juliaqueños nos mostraron una vez más su altísimo nivel de civilización y respeto hacia otras posiciones con ese trato tan tolerante que le dieron ayer a Phillip Butters. Ya por esas comarcas nos habían demostrado sus tan elevados niveles de educación cívica y de rechazo a toda barbarie cuando el año 2004 lincharon al alcalde de Ilave (que resultó inocente…), lo que ha continuado después con acciones similares para nada cavernícolas y sí alturadas y edificantes. Como pueblo ilustrado conocen mucho a Lope de Vega y por eso “Fuenteovejuna” no le es un ejemplo, pues abominan de la pedrada artera y del cobarde ataque en grupo contra un solo individuo.
Allá sí que se puede dialogar, pues oyen de buen agrado cualquier crítica, siempre con ese conocido sentido del humor profundo del que eternamente hacen gala (por ejemplo, les apuesto que leerán esto entre sonrisas). Pocas veces van a encontrar con un lugar en que se sonría tanto con una alegría casi caribeña y se sea tan cálido con el visitante, especialmente si es limeño. Es una ciudad abstemia, en la que no existe para nada el contrabando tipo “culebra” o el trapicheo de combustibles ni otras actividades ilegales aún peores. Es lo más alejada del Lejano Oeste, pues la ley allí es la ley. Son contribuyentes muy cumplidores con el pago de sus impuestos, especialmente el IGV, y así la entrega diaria de facturas y boletas es de rigor, pues el rechazo a la informalidad es parte fundamental de la ética y la mentalidad local, además que el cumplimiento estricto de la legislación laboral y sanitaria por esos lares es algo casi sagrado. El mismo Max Weber revisaría nuevamente sus conceptos sobre la ética protestante de haber conocido a los juliaqueños, pues los suizos resultarían unos informales al lado de estos ínclitos ciudadanos. Mención sobresaliente merecen sus sosegadas y moderadas radios locales, ejemplos de lenguaje alturado y pacifista, siempre incentivando el amor hacia los demás (especialmente hacia los limeños).