Aldo Mariátegui
Perú21, 23 de octubre del 2025
“Esa marca ‘generación Z’ me parece una genial jugada de marketing de la izquierda para camuflarse con una etiqueta convocante y estimulante’’.
No creo para nada en ese cuento de una supuesta generación Z como actor político vía marchas callejeras. Esa marca ‘generación Z’ me parece una genial jugada de marketing de la izquierda para camuflarse con una etiqueta convocante y estimulante. Y creo que detrás de todas estas algaradas en Nepal, Marruecos, Indonesia, Madagascar, Perú, etc., existe una mano negra que encienden el ventilador para azuzar el fuego. Posiblemente, el origen sea ruso.
Pero si esta generación Z busca algo por qué marchar debido a que su futuro se está comprometiendo seriamente, creo que no habría mejor motivo que protestar contra la bomba fiscal que se le viene en los 10 años a 20 próximos por culpa de este Congreso. Los que estamos de salida no la vamos a sentir tanto como sí estos generación Z que en esos momentos van a ser los principales contribuyentes. Como advirtió ayer un alarmado Consejo Fiscal, por barbaridades populistas, una serie de aumentos aprobados por el Congreso provocaría que la deuda del Perú pase del actual 33% del PBI a más del doble (70%), con lo que eso significaría en cuanto a destinar más dinero del presupuesto nacional a pagar deuda antes que en inversión en infraestructura o programas de alivio a la pobreza. Ya así han generado un hueco de S/36 mil millones, con S/25 mil millones más para sumarse. Las mayores salvajadas son para los “Pedros Castillo”, esos simulacros de maestros públicos que tenemos. Por ejemplo, la “ley Flor Pablo” (pagarle igual a maestros jubilados y activos, una virtual cédula viva) costaría S/5,670 millones anuales mientras que unos S/4,658 millones anuales supondrían pagar los nombramientos indiscriminados. Pero la peor sería el pago de bonificaciones por clases: unos astronómicos S/40 mil millones. ¡Protesten por esto!
ALERTA: Sería una estupidez mayúscula y darle gusto a la caviarada remover a los embajadores políticos Sardón (OEA) y Hakansson (Costa Rica). Ambos están haciendo una magnífica labor contra las dos CIDH.






