Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 16 de noviembre del 2023
“Los llamados fake news no se originaron en esta época. Esas mentiras para hacer propagandas políticas (…) provienen desde la izquierda del siglo XX”.
Los llamados fake news no se originaron en esta época. Esas mentiras para hacer propagandas políticas con las noticias y los hechos provienen desde la izquierda del siglo XX, desde las técnicas de “agi-prop” (agitación y propaganda) de los soviéticos, desde que se borraba a Trotsky de las fotos de los mítines de Lenin o se vendían cuentos como que la URSS tenía un buen nivel de vida. Después con eso que Mao le había dado de comer a todos los chinos (cuando más bien generó hambrunas terribles, como ha sucedido con Corea de Norte) o que Cuba solo era un burdel de los gringos (era el segundo país en nivel de vida de LATAM, tras la Argentina dorada de esos años). Y quien hace un arte del fake news es Gramsci, con su brillante teoría de que las mentiras marxistas tenían que hacerse “sentido común” para que toda la sociedad se las crea como verdades evidentes. Aquí se vendió la mentira velasquista de que “la tierra es de quien la trabaja”, cuando la tierra solo es de quien tiene el título de propiedad. El taxi no es de quien lo conduce, sino del dueño del carro.
Como bien reseñó ayer Expreso, este 5 de diciembre se podría caer judicialmente otra mentira caviar de los 90, otro fake new que fue inoculado como una verdad absoluta, cuando era otra mentira tal como esa que a Huilca lo mató el fujimorismo (y que ya se cayó recientemente) o que Cipriani alguna vez aseveró que “los derechos humanos son una cojudez” cuando el religioso se refería específicamente a la Coordinadora de Derechos Humanos. Me refiero a ese cuento de que Leonor La Rosa había quedado con esos problemas físicos por la tortura, cuando todos los médicos te dicen que la razón fue otra (probablemente un aborto o un legrado). Se fue a Suecia en cuando vio que el cuento se caía. Otro fake que ahora nos quieren meter es que esos Inti y Bryan son dos próceres “bicentenarios” de la democracia cuando no eran más que dos jóvenes hasta con problemas policiales, que salieron a armar lío a la calle por violentistas.