Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 8 de Marzo del 2023
“Este hijo de Chota (…) pretendió entrar a ligas mayores de espionaje e intimidación”.
-Pedro Castillo no es para nada la mansa paloma provinciana que un gran porcentaje de cándidos peruanos cree que es y esta reciente revelación de que intentó formar un grupo de tareas de Inteligencia –dirigido específicamente a espiar y agredir fiscales, policías y periodistas– confirma que era un mafioso, muy chapucero y barato, pero un mafioso al fin y al cabo antes que un bucólico maestrito público chotano. Este hijo de Chota no solo montó una red familiar, paisana y amical de corrupción, sino que pretendió entrar a ligas mayores de espionaje e intimidación. Y la cereza de esa torta fue su posterior torpe intento de golpe de Estado.
Pero soy muy escéptico de que los puneños y otros pueblos sureños castillistas entiendan o crean esta nueva revelación o que Mohme y la caviarada le presten la misma atención descomunal que concentran en este tipo de temas si es que aparece el fujimorismo, los apristas o la derecha. Parafraseando la célebre frase jactanciosa de Trump, Castillo podría matar él mismo a gente en la calle y sus hinchas lo seguirían apoyando o alegarían que es una invención de los limeños y la prensa. “Lo que natura no da, Salamanca no otorga” reza el refrán sobre que la enseñanza no puede suplir las carencias intelectuales y es obvio que si apoyas en estos momentos a Castillo es que eres muy poco inteligente (o un tipo muy podrido). Están tan obsesionados con Castillo que seguramente no habría pasado nada si este se hubiera vacunado a escondidas del COVID-19 como el infame Vizcarra.
-Según el corresponsal Liubomir Fernández (¡Qué tal nombre! ¡Qué malos sus viejos de ponerle ese nombre! ¡Empató a Glatzer Tuesta!) de La República, los aimaras no atacaron a esa trágica patrulla del Ejército y hasta los ayudaron y lloraron. Muy difícil de creer. Además, Liubomir vive en Puno y ya sabemos lo que le esperaba si su despacho era crítico con los aimaras, pues estas hordas primitivas también tienen prácticas mafiosas de agredir a quienes los cuestionan.