Aldo Mariátegui
Perú21, 13 de agosto del 2025
“En la mayor parte de países, el 80% de los votantes son viscerales y desinformados”.
-No me sorprende que ese político colombiano Daniel Quintero, exalcalde de Medellín, haya sido quién clavó su bandera en nuestra isla Chinería (¡Encima esa bandera es estéticamente fea, al igual que la venezolana y la ecuatoriana!). Este Quintero en su país es conocido por ser un atorrante (y con investigaciones por corrupción), que está apelando ahora al chauvinismo dado que está desesperado por ganarle las primarias de la izquierda este 26 de octubre próximo a su rival Gustavo Bolívar, quien va de favorito. Es que Colombia hoy es un consuelo para el Perú respecto a nuestro paupérrimo nivel político actual. Baste ver al bigardo de Petro, la indocumentada vicepresidente Francia, el malogrado de Benedetti o estos Quintero y Bolívar de quinta para constatar que no tenemos nada que envidiarles en cuanto a pésima calidad de políticos. ¡Cuidado con que Clara Elvira Ospina nos ponga la bandera colombiana en la huaca Juliana! Bromas aparte, muy condenable esos ataques que se ven en redes en contra de ella por su nacionalidad. No pretendo jugar al hipócrita magnánimo (todos saben lo nada que la aprecio, pues ella le ha hecho mucho daño al Perú y es malosa), pero eso está muy mal.
-En la mayor parte de países, el 80% de los votantes son viscerales (votan según sus sentimientos) y desinformados (o mal informados, que es peor). Y solamente un 20% son electores pensantes e informados (y allí encima encuentras mucho caviar nefasto). La gran tragedia en el Perú y gran parte de Latinoamérica es que esa proporción debe ser 90%-10% o hasta 95%-5%. Y eso ha empeorado más con el TikTok, los bulos, los “periodistas” de lenguaje, maneras y pensamiento de callejón o esos influencers demagogos que son la nueva fauna en el Internet. Estos dos últimos especímenes son aún peores que los funestos periodistas radiales de provincias, donde pululan muchos chantajistas y charlatanes (que ya están entrando aceleradamente en extinción, precisamente por las redes).