Aldo Mariátegui
Perú21, 5 de diciembre del 2025
“Por culpa de la caviarada y sus obsesiones ideológicas hemos vivido serias crisis y cortocircuitos políticos absurdos y totalmente evitables”.
Por culpa de la caviarada y sus obsesiones ideológicas hemos vivido serias crisis y cortocircuitos políticos absurdos y totalmente evitables. Por ejemplo, todo este impasse entre el Congreso y el gabinete Zavala durante la presidencia de PPK, que terminó en una cuestión de confianza que tumbó a ese gabinete, se debió a la terquedad de la entonces ministra Marilú Martens de imponer el llamado “enfoque de género” (que argumenta que la identidad sexual es “una construcción sociocultural” y no un hecho biológico) en el currículo escolar a pesar de las resistencias que ese concepto despertaba en la mayoría de la población. Esa obsesión y la huelga magisterial fueron los pretextos para su censura. ¿Valía la pena ir a ese conflicto por la necedad de mantener esa tontera típica del catecismo caviar, existiendo mil cosas más urgentes en el país? Allí PPK demostró que no tenía el menor manejo político y que la presidencia por eso le quedaba inmensa. Han pasado los años y el “enfoque de género” acaba de ser eliminado de toda política pública por ese Congreso, sin que nadie haga mucho caso o resistencia porque era un tema secundario y descartable o, peor aún, que despertaba mucha resistencia.
Otra obsesión idiota de la caviarada que generó el inicio de la bronca entre Vizcarra y Keiko fue la obsesión de la entonces ministra de Salud Silvia Pessah de obligar a colocar octógonos con advertencias en muchos productos alimenticios. Según cuentan, Keiko fue a pedirle a Vizcarra que el Ejecutivo no promueva esa norma, hubo una discusión áspera y allí comenzó el cortocircuito político que terminó con el golpe vizcarrista contra el Congreso. Lo más penoso es que al final esa norma tan conflictiva no ha servido para nada, porque la gente ha seguido consumiendo igual todos esos productos y al 99.9% le importa un bledo los octógonos, que ni los leen. Parafraseando al ahora encarcelado profeta Bermejo, por dos pelotudeces obsesivas de los caviares tuvimos esas tormentas políticas…






