Abraham Levy
Perú21, 3 de mayo del 2025
«Un apagón en nuestro sistema, difícilmente contagie a todo el país y no afectaría a nuestros vecinos».
Sin ninguna duda, una de las mayores noticias internacionales de la semana fue el gran apagón que sumió en el absoluto caos a España y Portugal.
A diferencia de Europa donde los sistemas eléctricos nacionales están bastante más interconectados, en nuestro caso el desarrollo energético es limitado y además aislado. Un apagón en nuestro sistema, difícilmente contagie a todo el país y no afectaría a nuestros vecinos. Solo tenemos una pequeña conexión con Ecuador, que nos permitió exportar energía muchos años.
Nuestro sistema eléctrico está definido por generadores, transmisores y distribuidores. Quedando además un importante componente de la demanda eléctrica separado del trío anterior. Son los grandes clientes libres, que como las minas consumen directamente de la red sin pasar por distribuidores.
Es una configuración clásica. Lo que no es clásico es el enorme potencial hidroeléctrico de Perú que nos brinda nuestro clima tropical y nuestra topografía. La cordillera de los Andes facilita enormes diferencias de altura entre puntos muy cercanos que permiten una diseminada red de centrales hidroeléctricas. Más de la mitad de nuestra oferta viene de ellas. Apenas alrededor del 10% de la oferta proviene de las fuentes “renovables” y casi un tercio de las centrales de gas de ciclo combinado.
Ya no podemos generar más electricidad con gas, pues nuestro gasoducto está a tope. No hay estímulos para explorar más gas y distribuirlo. Necesitamos extraer y conducir el gas a nuevas plantas de generación y disponer de líneas de transmisión que conduzcan la energía a la red. Esta, la red, es quizá el punto más flaco de nuestro sistema interconectado. Las líneas de mayor capacidad corren por la costa cruzando Lima y son casi inexistentes donde está nuestro mayor potencial de generación hidroeléctrica: los andes orientales. Solo San Martín tiene un mayor potencial de generación que las centrales de Huancavelica que constituyen el pilar central de nuestro parque de hidroeléctricas. Hay dos problemas para materializar esta bonanza potencial: una línea robusta que saque energía del Huallaga hacia el resto del país y la maraña de trámites para construir centrales en la ceja de selva.
Estudios desarrollados por el Estado nos han permitido estimar un potencial de generación hidroeléctrica, la más eficiente de todas las generaciones, en casi 60,000 megavatios. Unas ocho veces la actual demanda nacional. Perú podría ser un exportador mayor de energía limpia si el Estado estimulase estas capacidades.
Por el contrario, un enrevesado sistema regulatorio y muy mercantilizado nos limita enormemente. Al extremo de que cuando no hay mucha agua o cuando sale de servicio el gasoducto, los costos de producir energía se disparan, pues hay que introducir generación a partir de turbinas accionadas por consumo de combustible Diesel. Un pecado.