Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
El socialismo nació de un diseño intelectual fallido que malinterpretó la naturaleza del hombre, empobreció a todas las poblaciones donde se implantó y generó la muerte de cerca de 200 millones de personas en el siglo XX.
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La naturaleza del hombre
El socialismo malinterpretó la naturaleza del hombre porque la esencia del hombre es la libertad de la que gozó por cientos de miles de años en su estado nómade, donde si bien había normas culturales de la tribu, el individuo podía interactuar con los líderes o ser uno de ellos.
Con el descubrimiento de la agricultura se genera el desarrollo de las ciudades y de la vida en civilización, lo que no implicó que la vida social se regimentara y se suprimiera la libertad y las iniciativas individuales, como posteriormente, terminaron haciendo las monarquías absolutistas.
Con el advenimiento de la revolución industrial de hace 200 años y el desarrollo del libre-mercado, nace la libertad individual en su sentido moderno, nace con el desarrollo del mercado y del capitalismo, el hombre se libera, pasa a trabajar por un salario y se difunde la propiedad privada. La economía de mercado nos ha traído a un nuevo mundo donde hoy, solo el 10% de la población permanece en la pobreza.
Pero posteriormente, los diseñadores del socialismo y el marxismo recrearon la estructura social de las monarquías absolutistas bajo el dominio del Estado. Eliminaron la libertad y la creatividad del hombre y el Estado pasó a controlar todos medios de producción y a establecer artificialmente los precios de todos los bienes y servicios, condenando a la miseria a la gran mayoría de la población, mientras los jerarcas del partido único vivían en el esplendor zarista.
En esencia, este esquema fracasó porque eliminaba la libertad del ciudadano e impedía el desarrollo de su creatividad.
La esencia del hombre es su libertad y su creatividad.
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Empobrecimiento general
Como muestra Félix Álvarez Velarde en su libro: ‘El fracaso del socialismo en el mundo, ¿Cómo afrontar las amenazas del socialismo y el populismo en el Perú?’, producido por Lampadia, no hay una sola experiencia exitosa de la aplicación del socialismo en la historia del mundo. Todas ellas alejaron la inversión privada, empobrecieron a sus poblaciones, quebraron a sus Estados y se mantuvieron en base al rigor de autocracias o de dictaduras abiertas, que eliminaron todo atisbo de libertad, suprimiendo la iniciativa privada y la oposición política.
El empobrecimiento general de los países que implantaron el socialismo, podemos apreciarlo estos días con nitidez en el caso de Venezuela, un país rico hasta hace 25 años, que hoy ha llevado a la pobreza al 95% de su población, y al 75% a la pobreza extrema; siguiendo los dictados de Cuba, cuna y pregón de las peores prácticas políticas y sociales de Latinoamérica.
Pero el empobrecimiento general también lo vimos en el Perú con la revolución socialista de la dictadura militar de los 60s, que Belaunde no supo desmontar y García I llevó a la enajenación.
En el Perú de entonces, la inversión privada estaba prohibida en el campo, la minería, la pesca y hasta en el turismo; así, el año 1990 la pobreza alcanzó al 60% de la población, los ingresos del Estado solo llegaban al 3.8% de un PBI miserable, y mientras las empresas ecuatorianas facturaban 1,500 a 2,000 millones de dólares anuales, la empresa peruana más grande no pasaba de 600 millones por año.
De igual manera, apenas instalado el gobierno de Castillo-Cerrón-Perú-Libre, se alejó la inversión privada para empobrecer al país, y se instaló la corrupción en el gobierno, ingrediente concomitante de todos los regímenes socialistas.
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Socialismo y muerte
Donde se implantó el comunismo y el socialismo, este se impuso por la fuerza, sin ninguna consideración a los derechos humanos, ni a ningún límite en el uso de mecanismos coercitivos.
Las dos experiencias más importantes de la implantación del socialismo y de la difusión de estas estructuras de poder, fueron la Unión Soviética estalinista, y la China de Mao, que ostentan niveles increíbles de genocidios. La URSS habría matado a 100 millones de rusos y China, bajo la conducción directa de Mao, a 60 millones de chinos, 35 de los cuales fallecieron por la hambruna desatada por la requisa de granos a los campesinos, para canjearlos por armas de Rusia.
Las matanzas fueron siempre parte de la implantación del comunismo y el socialismo, como en el caso del régimen de Pol Pot en Camboya, y del intento de Sendero Luminoso por tomar del poder en el Perú.
No tengo información sobre los asesinatos del régimen castrista en Cuba, pero sí hay evidencia de casos de ajusticiamientos terribles por las propias manos de algunos de los más importantes dirigentes de la ‘revolución’.
Mejorar lo que funciona
En nombre de la libertad, hay que rechazar todo sistema político que pretenda instalar el socialismo.
Cómo muestra Félix Álvarez en su libro, no hay una sola experiencia exitosa social y políticamente. Todas ellas han son fuentes de pobreza, dominación política y muerte. Todas suprimen la libertad individual y la creatividad del hombre, desconociendo su naturaleza.
Lo que tenemos que hacer para mejorar la calidad de vida de nuestras poblaciones es mejorar lo que sí funciona, el capitalismo democrático y la economía de mercado, que genera el indispensable crecimiento de la economía y se asienta en la libertad y la creatividad del ser humano; tal como lo demuestran los países más prósperos en Europa occidental y oriental, y especialmente los países asiáticos que hoy tienen un producto tres veces mayor que el de Latinoamérica, cuando hace 50 años era al revés.
Pero cabe preguntarse: ¿por qué hay tanto intelectual que adscribe el socialismo?
Pues, como decía Robert Nozick, muchos intelectuales están alejados de la creación de riqueza, suscriben creaciones ideológicas, y como se ve en el Perú con los llamados caviares, muchos de ellos defienden su modo de vida, dependiente de las ONGs progresistas y de los recursos del Estado.
Es hora de poner el desarrollo y la prosperidad de los muchos, delante de las ideologías empobrecedoras.
Lampadia