En la reciente recomendación del FMI para reducir la desigualdad, sigue basada las transferencias monetarias condicionadas y la elevación de impuestos. Estas recomendaciones generales no son aplicables a todos los países por igual y, contradicen y debilitan al mercado, responsable histórico del gran avance de la reducción de la pobreza y la desigualdad en el mundo emergente, durante las últimas décadas.
Luego de una iniciativa propuesta por la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, la instituciónconcluyó que la desigualdad es el principal factor de riesgo para el crecimiento económico de corto plazo, esta preocupación sin embargo surge, luego de varios años de estancamiento económico y elevados niveles de desempleo en los países desarrollados, que ha incrementado el nivel de desigualdad. Sin embargo,la realidad es muy distinta en los países emergentes, abiertos a la economía global (ver La desigualdad en perspectiva), que gracias al mercado han podido acelerar su crecimiento y reducir la desigualdad. Dentro de ellos, el Perú, que lidera la reducción de la desigualdad.
Desde la pos-guerra, los organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), hicieron un gran esfuerzo para producir recetas globales y efectivas para reducir la pobreza. Lamentablemente el éxito fue muy relativo y ha sido criticado, muchas veces, como un desperdicio de recursos. Esto, a pesar de sus diversos programas de apoyo a los gobiernos de los países pobres, ya sea mediante el financiamiento de grandes proyectos de infraestructuras, créditos concesionales, comisiones técnicas ytodo tipo de fórmulas para el crecimiento.
El FMI era el experto en elaborar recetas económicas, de ajuste, para dar solución a países en problemas que tocaban sus puertas para acceder a sus créditos (lo llegó a hacer la Gran Bretaña laborista pre-Thatcher).
Durante los últimos 30 años, la pobreza en el mundo se ha reducido sustancialmente, gracias al crecimiento del mercado, gatillado, en buena medida, por la transformación de China, (entre1981 y 2010, sacó a 680 millones de personas de la miseria y redujo la pobreza de 84% en 1980, a un 10% actual, ver Hacia el final de la pobreza).
El riesgo implícito del gasto social es su carácter pro-cíclico, ya que una caída en la economía deja sin recursos a dichos fondos, lo que incrementa el impacto negativo de una recesión en los más pobres.
Mientras tanto, los organismos internacionales encontraron la “panacea” para reducir la pobreza: los programas de transferencias condicionadas. Tres ejemplos son: Oportunidades en México, Bolsa Familia en Brasil y Juntos en el Perú). Esta nueva “solución” tomó cuerpo con la mayor disponibilidad de recursos, dado el salto en el crecimiento de la economía global y el aumento del precio de los commodities.
Varios de estos proyectos han tenido todo tipo de problemas en su aplicación: falta de control para la condicionalidad, fomento de comportamientos disfuncionales en los propios pobres y en las autoridades, desincentivos a los esfuerzos productivos que son más sostenibles y han generado nuevas fuentes de corrupción. Asimismo, son fuertemente criticados por su carácter asistencialista, que luego puede ser usado políticamente.
En el caso del Perú, han servido de disculpa para no apoyar, y a veces hasta para combatir, programas de asistencia productiva, como el de Sierra Productiva, que son mucho más amplios en su impacto, sostenibles y, fundamentalmente, a diferencia delos programas de distribución monetaria, brindan lo más importante, dignidad y autoestima.
El campeón de las transferencias condicionadas es Brasil, que bajo el gobierno de Lula da Silva (2003), promovía la consigna que primero era la redistribución. En una entrevista realizada a Lula durante una de sus visitas al Perú podemos apreciar cosas muy interesantes:
JdlP: (…) se debate el futuro de los programas de transferencia condicionada y la focalización, porque la desigualdad es resistente y porque se universaliza poco los derechos.
Lula: No, y espero que mi amigo Alan García lea la entrevista porque voy a contar una divergencia que hubo entre nosotros, porque yo pensaba que podríamos empezar a distribuir a través de políticas sociales al mismo tiempo que la economía crecía. Alan creía que primero era necesario que la economía creciera para distribuir. En Brasil, el resultado concreto es este: nosotros logramos sacar a 16 millones de la pobreza extrema y 40 millones de personas ascendieron a la clase media de las clases llamadas D y E, creando alrededor de 20 millones de empleos formales en 10 años. Ese es el resultado de la combinación de políticas públicas que no esperó el crecimiento de la economía sino que fue haciendo las cosas al mismo tiempo.
Cifras, no palabras:
Desde entonces, la situación de Brasil ha debilitado sustancialmente. No logra controlar la inflación, el crecimiento se ha caído, y registradéficits fiscales superiores al 2% del PBI.
El Perú sigue creciendo con una de las mejores performances de la región. Según la CEPAL, el Perú cuenta con menor desigualdad (0.458),que México (0.48), Chile (0.52), Colombia (0.58) y Brasil (0.58).La mejor recomendación del FMI, para el Perú, es mejorar la educación y la salud.
No se trata de negar la importancia de un Estado fuerte, pero como lo señalan Yamada y Casto (2012), la reducción de la desigualdad de los últimos años en el Perú, se debe en un 75% al crecimiento de la economía y en 25% a los programas sociales.(Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú).
Usemos los programas asistenciales de transferencias condicionadas cuando no tengamos otra opción, pero no basemos en ellos, la superación de la pobreza. Más bien recobremos el ritmo de inversión privada. Lampadia