Como hemos informado cien veces, el nivel de la salud de los peruanos es todavía una de las grandes brechas acumuladas por las nefastas décadas perdidas entre los años 60 y 80. Desde la gran reforma de la economía con la Constitución de 1993, en que se permitió el retorno de la inversión privada, hemos progresado muchísimo, pero no hemos podido ponernos al nivel de nuestro desarrollo potencial.
El IPE acaba de publicar un importante análisis sobre la situación de la salud en el Perú, que compartimos íntegramente en nuestra sección Documentos. Ver: IPE – Salud.
En cuanto a los avances, el siguiente cuadro muestra palmariamente como, desde 1970 al 2014, hemos bajado la mortalidad infantil al mismo nivel de los países de la región.
Este importante indicador social, se enmarca en la evolución de la esperanza de vida al nacer, que desde 1950, en que era de 43 años, hemos pasado al 2012 a un promedio de 75 años.
En otros indicadores también se aprecian mejoras, pero, al mismo tiempo, desnudan nuestros atrasos. Así tenemos el caso de la desnutrición crónica y anemia infantil, todavía muy altos, especialmente en el sector rural.
Por otro lado, la calidad de los servicios de salud dejan mucho que desear. Ver el siguiente cuadro. Lamentablemente el sector público sigue siendo muy resistente a promover la participación del sector privado en los servicios de salud. Por ejemplo, habiendo tenido ESSALUD un tremendo éxito en sus dos hospitales de ‘bata blanca’, ha descontinuado el proceso y está retrocediendo a esquemas de ‘bata gris’. Ver en Lampadia: Asociaciones Público Privadas: Una solución efectiva ‘HOY’. El sector salud y los gobiernos regionales, tampoco están imitando esa excelente práctica, que produce servicios de mucho mayor calidad, sustituye los requerimientos de inversión y ofrece buenos costos operativos.
Otro indicador muy malo es el de la cobertura de los servicios de salud, en el que figuramos a media tabla en comparación con los demás países de la región. Ver el siguiente cuadro.
Tenemos pues mucho por avanzar y para ello necesitamos recursos económicos, que más allá de las reservas con que contamos, efímeras por su naturaleza, están esperándonos en el crecimiento de la economía. Un primordial objetivo social. Lampadia