Cambios a las PASO deben asegurar una valla
Jaime de Althaus
Para Lampadia
La Comisión de Constitución ha decidido comenzar por reformar las primarias abiertas y obligatorias. Pongámoslo en contexto. Una de las reformas propuestas por la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política que se aprobó y entró en vigor fue la que permitió inscribir nuevos partidos ya no con un número muy alto de firmas como era antes sino con un número mucho menor pero no de firmantes sino de afiliados o militantes, equivalente, como mínimo, al 0,1% de los ciudadanos del padrón electoral. La idea era que los partidos estuvieran compuestos por militantes de verdad.
En la práctica se ha facilitado la formación de nuevos partidos, lo que no es malo en sí mismo porque favorece la competencia política. Pero si se facilitaba la entrada al sistema, había que hacer más difícil la permanencia en él, para que no terminaran postulando a las elecciones generales decenas de candidatos y listas congresales. En las elecciones del 2026 podríamos tener 30 candidaturas presidenciales y listas congresales, o más, algo inmanejable para el ciudadano, que no podría tomar una decisión informada ante tanta oferta.
Por eso, la reforma complementaria a la de inscripción de partidos fue la de las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), en la medida en que solo pasan a la siguiente etapa -a las elecciones generales- las agrupaciones o alianzas que alcanzan, en las primarias, como mínimo 1.5% del padrón electoral. Esta medida dejaría en carrera solo a 6 u 8 partidos. O quizá menos en la medida en que las PASO incentivarían las alianzas, precisamente para superar ese 1.5%.
Pues bien, la bancada de Fuerza Popular ha presentado un proyecto de ley para eliminar el carácter obligatorio de las PASO y dejarlas como una opción entre tres. Es decir, un partido podría optar por realizar unas elecciones primarias abiertas a todos los ciudadanos, estén o no inscritos en el partido, pero sin que el voto sea obligatorio, o realizar una elección limitada solo a los inscritos, o realizarla por medio de delegados.
Para resolver el problema del excesivo número de partidos postulantes, el proyecto propone la siguiente fórmula: «Para continuar con su participación en el proceso electoral, la organización política debe obtener al menos el 30% de votos válidamente emitidos del total de electores hábiles; incrementándose en1% por cada organización política adicional en caso de alianzas electorales». Pese a estar mal redactado, se entiende que, si en un partido votan en las primarias menos del 30% de sus afiliados, ese partido ya no sigue en carrera. Pero ese 30% no tiene sentido para el partido que opte unas primarias abiertas: no se le puede exigir el 30% del padrón electoral. Ni siquiera el 1.5% contemplado en las PASO, porque el voto ya no sería obligatorio.
Sería lamentable que ante la relativa complejidad del tema se vaya a terminar eliminando el requisito del 30%. Lo que nos dejaría ante una infinidad de candidatos, algo inadmisible. Por lo demás, a diferencia de las PASO, el proyecto no incentiva la formación de alianzas.
Para el 2026 no solo necesitamos reducir el número de candidaturas. Necesitamos que los candidatos al congreso tengan un mejor nivel profesional y ético que lo que henos visto en los últimos congresos. Necesitamos que los mejores ingresen a la política, y contener el asalto de las mafias de todo orden.
Para eso el Congreso tendría que aprobar cuando menos las siguientes medidas:
- Una ley de reforma constitucional que prohíba la postulación a cualquier cargo público a aquellos que hayan sido sentenciados por corrupción, terrorismo, homicidio, robo y otros delitos, aunque hayan cumplido su condena.
- La elección de los congresistas (o los diputados) en distritos electorales pequeños, uni o binominales, para que los electores sepan mejor a quién elijen, y luego puedan fiscalizarlo. Y la elección del Senado (esperando que se apruebe) en distrito único nacional o distritos macrorregionales, para recuperar a las elites profesionales, académicas y empresariales.
- Restablecer la reelección parlamentaria, para mejorar la calidad de la representación por reeleccikón de los mejores.
- Que las empresas puedan destinar parte del impuesto a la renta que pagan a financiar think tanks o centros de pensamiento en los partidos (Think tanks por impuestos). Esto elevaría la calidad de las organizaciones políticas, les daría capacidad de estudio y propuesta, y atraería a personas interesadas en el bien común.
- Que, en general, las empresas también puedan financiar campañas electorales, de manera pública y transparente, para reconectar el mundo empresarial con la política y fomentar el compromiso del empresariado con el desarrollo del país.
Además, necesitamos mejorar la calidad de las leyes y de la gobernabilidad, y para eso es fundamental la bicameralidad. Su aprobación no debería ser difícil. En la ocasión anterior faltó un solo voto para alcanzar los 87. Y como parte de esa reforma:
- Establecer que la insistencia en las leyes observadas por el Ejecutivo se tenga que aprobar con los 2/3 del número legal de miembros de las Cámaras, para fortalecer el poder de veto presidencial ante leyes inconvenientes.
- Introducir reformas de calidad regulatoria en el Congreso (análisis de impacto regulatorio -AIR- y Oficina de Estudios Económicos)
El Congreso no puede seguir dilatando la aprobación de reformas políticas fundamentales para asegurar la viabilidad de nuestra democracia y de nuestro desarrollo, hoy amenazados.
Lampadia