La semana pasada ha traído una serie de golpes a Venezuela. Primero, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó la «ola de amenazas, detenciones, allanamientos y aperturas de procesos penales en contra de miembros de partidos políticos opositores, manifestantes pacíficos y periodistas» y las «restricciones al ejercicio de derechos fundamentales» en Venezuela. Y, más importante aún, fue la decisión de los fundadores del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) de bloquearle la presidencia rotativa del bloque. Parece que, por primera vez en años, se estaría exponiendo al gobierno socialista al aislamiento. En palabras de Francisco Belaúnde, «los países dejaron de ser tibios». El último refugio de Maduro es el obsoleto Movimiento de Países No Alineados, que acaba de celebrar su pseudo cumbre en la Isla Margarita.
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Las políticas y discursos populistas, arropadas en promesas redistributivas, más los circuitos de corrupción han llevando a Venezuela una crisis imposible de imaginar. No solo ha colapsado la economía, las condiciones sociales no pueden ser peor. La escases de alimentos y medicinas ha llegado a tal nivel que se ha desatado una inocultable crisis humanitaria que está costando la vida de muchos inocentes. Además, el autoritarismo chavista ha devenido en una dictadura abusiva e insensible, que cada día acosa con mayor desparpajo a los opositores políticos y a los pobladores que reclaman una solución al empobrecimiento generalizado que los está llevando a la desesperación.
Todo esto empezó con una serie de medidas económicas heterodoxas que incluyen: la expansión del gasto del gobierno, el control de precios y medidas proteccionistas a la industria nacional, siempre y cuando fuera propiedad de los amigos del régimen. Estatizaciones, confiscaciones y regalos de petróleo y divisas a los países del circuito pro cubano, del llamado socialismo del siglo XXI. Basados en la proverbial riqueza de Venezuela, no midieron las consecuencias y generaron una inflación galopante, escases de divisas y energía, déficit fiscal, el colapso de la industria petrolera, escases de alimentos y divisas y, la entronización de las mafias del narcotráfico y la corrupción en las vísceras del régimen.
Además se ha tomado el control de todos los poderes del Estado: Congreso, Sistema Judicial y Electoral, más el de las fuerzas armadas y policiales. Esto solo ha facilitado la corrupción, ha arruinado la economía y ha desarrollado una tremenda represión que crece con la impopularidad del régimen.
Lo más vergonzoso es que, hasta hace pocos meses, la mayoría de los países de Latinoamérica no habían levantado su voz y condenado la falta de democracia a Venezuela, incluyendo al gobierno de Humala y al FREN.A, con expresiones de apoyo de la propia Verónika Mendoza y del ex Cura Arana.
Así se dio luego de la invocación de la Carta Democrática (que se solicita cuando se considera que en un país de la organización «existe una alteración constitucional que afecta gravemente al orden democrático») del secretario general de la OEA, Luis Almagro. Ante ello, solo se pudo concluir que los embajadores tomaran nota y monitorearan la situación.
Sin embargo, hay que destacar las expresiones de Mauricio Macri en Argentina y de Pedro Pablo Kuczynski en el Perú, que luego de elegidos tomaron inmediatamente una posición crítica, a la que se suma ahora el merecido desplante del Mercosur.
Parece que por fin esto está cambiando. La oposición venezolana agradeció a los países fundadores del Mercosur por su «apoyo a la lucha por la democracia», países que han acordado asumir de forma coordinada la presidencia del mismo y poner a Venezuela la fecha límite del 1 de diciembre para que cumpla con sus «obligaciones», como ponerse al día con su homologación de la normativa del bloque. Venezuela ingresó al bloque en 2012 y desde aquella fecha debe normalizar la legislación. Pese al tiempo transcurrido se estima que apenas el 30 por ciento del trabajo legislativo necesario se ha cumplido. Venezuela debe aprobar aún 300 normas del bloque, y le resta adecuar su legislación a 30 tratados internacionales.
Sin la participación de Venezuela, los demás países acordaron impulsar las negociaciones comerciales con la Unión Europea (UE). Los cancilleres de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay «examinaron la agenda de negociaciones comerciales externas del bloque» durante una reunión al margen de la Asamblea General de la ONU en Nueva York.
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Esto ocurre tan solo días después que la ONU criticó a Venezuela por vetar a la Comisión de Derechos Humanos por la permanente negativa de autorizar la visita de expertos en garantías fundamentales, a pesar de las graves alegaciones sobre abusos cometidos por el régimen venezolano en los últimos tres años.
Algunos líderes regionales, como el ex presidente de Colombia, Belisario Bentancur, y el de México, Vicente Fox, han afirmado que, tras lo sucedido con el Mercosur, confían que el camino emprendido lleve al «cambio», «pacíficamente» y por «la vía democrática». Betancur agregó que se está llevando a cabo desde las «propias instituciones que el chavismo se dio a sí mismo para mantenerse en el poder» y que ahora se vuelven contra él como un «boomerang».
El Perú también se ha unido en contra de la dictadura en Venezuela. El día de ayer, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), durante su discurso ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), invocó a un diálogo interno en Venezuela a fin de resolver la crisis política, económica y social que enfrenta ese país.
Recordemos que nuestro país ya sufrió las nefastas consecuencias de los ‘experimentos económicos’ generados por dictaduras de izquiera (Velascato), que niegan el poder del mercado como eficiente asignador de precios, y minimiza las consecuencias de elevados déficit fiscales, así como de inflaciones fuera de control. Hoy contamos en el Perú, con una de las menores inflaciones del planeta, y las finanzas públicas están sustancialmente controladas, mientras que el Estado se dedica a regular algunos mercados. La mayor parte de nuestros políticos parecen haber aprendido muy bien esta lección y, sobre todo, la población que en las últimas elecciones rechazó de plano los cantos de sirena del anti sistema.
Como dijo la señora Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, ante una crisis humanitaria provocada por un régimen dictatorial, nadie debe ponerse de costado. Es hora de presionar al gobierno venezolano con todo lo que esté a nuestro alcance para terminar esta tragedia que afecta a nuestros hermanos. Lampadia