Jaime de Althaus
Para Lampadia
Hemos sostenido que en Puno se requiere de una estrategia política porque no basta con el Comando Unificado, el cual, por lo demás, debería incrementar sustancialmente el número de efectivos para componer una fuerza disuasiva que prevenga enfrentamientos y ataques y pueda apoyar el desarrollo local incluso con un batallón de ingeniería.
La estrategia política que reclamamos no es fácil, porque Puno aparece casi como un monolito irreductible. Pero no es un monolito. Hay sectores que están desesperados con las medidas restrictivas impuestas por las dictaduras radicales, y hay un sector en particular, que incluso habría financiado parte de las movilizaciones, que está demandando la presencia policial y militar y acciones de integración a la economía formal. Me refiero a los mineros de oro informales de La Rinconada que, como muestra una carta dirigida por ellos a la presidenta Boluarte, demandan seguridad y formalización.
Como podemos ver en un extracto de esta carta, la central de cooperativas mineras de La Rinconada, en el distrito de Ananea, se queja primero de la alta inseguridad que sufren los pequeños mineros, y demanda que se aplique el estado de emergencia. En ese distrito impera la ley de la selva, y los mineros son constantemente asaltados para robarles el oro.
Pero lo más interesante es que los mineros le piden a la presidenta que facilite que se instalen bancos, un centro de acopio y comercialización de oro, un laboratorio de análisis químico, e incluso una pista de aterrizaje para llevar el oro directamente al aeropuerto Jorge Chávez. Todo lo cual implica la formalización de la actividad porque quedaría clara la trazabilidad.
Rafael López Aliaga, tomando como referencia el modelo Enami de Chile, plantea que el Estado peruano, a través de una empresa internacional, pese y determine la ley del mineral y luego lo procese y exporte.
Leopoldo Monzón, quien nos proporcionó aquella carta, informa que dichas cooperativas han presentado un proyecto de ley para facilitar ese proceso, y él propone un impuesto temporal de 5% para facilitar la formalización.
Entonces el escenario es perfecto para que gobierno acoja esas demandas y se presente con un plan efectivo de formalización y seguridad ciudadana que tranquilizaría a una población minera que ahora debe estar sufriendo, por añadidura, el corte de su principal mercado de exportación que es Bolivia.
Bolivia tiene un interés estratégico en el Perú: ser el canal de comercialización del oro ilegal peruano, más aún ahora que está perdiendo reservas a velocidad creciente que la pone al borde de una devaluación traumática, acelerada justamente por la falta de oro peruano que le permitía obtener divisas. La adicción boliviana al oro peruano ha alimentado el proyecto de Evo Morales y el MAS de potenciar la nación aymara para procurar un separatismo que facilite la importación de ese oro y eventualmente el control de otros recursos como el litio.
La formalización de La Rinconada permitirá conquistar una muy importante cabeza de playa en la formalización de la minería informal a nivel nacional y en la pacificación de Puno al mismo tiempo.
No se puede seguir evadiendo esta responsabilidad nacional. Un cuadro preparado por el Scotiabank muestra cómo se viene incrementando la proporción de la minería informal o ilegal en los últimos años:
Ese gráfico señala cómo ha crecido el porcentaje de producción no registrada en relación con el valor de las exportaciones. Y mucho de eso está en el sur. Evidentemente mantener esa producción creciente en la informalidad o la ilegalidad adquiere cada vez más un carácter explosivo, que se ha manifestado en la convulsión social de los tres últimos meses.
No es casual que el foco casi irreductible de la insurrección esté en Puno, de lejos el mayor productor de oro ilegal junto con Madre de Dios. En el siguiente cuadro podemos ver como evolucionó la producción de oro de La Rinconada precisamente. Claro, solo refiere la producción de aquellos que están registrados en el MINEM, no la total, pero lo importante es ver la línea ascendente.
Por eso Ananea pide a gritos seguridad física y jurídica, formalización, dejar de ser la tierra de nadie.
No se puede desaprovechar ese pedido. No se puede seguir evadiendo la necesidad de lanzar un programa efectivo y práctico de formalización de la minería informal, cuyas dimensiones son ya, repetimos, explosivas. La Rinconada puede ser el punto de partida, el laboratorio, y el comienzo de la pacificación de Puno. Lampadia