José Antonio Olivares Morante
Desde Cusco
Para Lampadia
La situación del acceso a la maravilla de Machupicchu no es una problemática nueva, desde la presencia de una oferta limitada para su acceso, por haberse consagrado al ferrocarril como la principal y mayoritaria forma de llegar a la ciudadela, y por el desarrollo desordenado y voluntarista de la población de aguas calientes y todas las implicancias y actividades económicas y servicios generados a partir de este emporio.
El tema del ferrocarril es el que tradicionalmente ha despertado las más grandes pasiones en este tema, desde hace más de 20 años recordemos que fue la principal oferta electoral de algún candidato del gobierno regional, que se diluyo en eso, en un bruma de pasiones. De tal hecho ha quedado una percepción desde mi punto de vista injusta , que ha hecho ver a los operadores del ferrocarril como grandes abusadores y explotadores, sin considerar que la ciudadela de Machupicchu implica una conexión, una relación sinalagmática entre todos sus actores, los pobladores de aguas calientes, los operadores de turismo; grandes y pequeños, las empresa municipales, el Ministerio de Cultura, el Gobierno Regional, los emprendedores, empresarios, los artesanos y por supuesto el ferrocarril. Visión que hasta la fecha no se construye con seriedad.
Actualmente, este asunto vuelve a estar en boca de todos, pero con una gran carga de prejuicio y antipatía de un lado, y con una vocación por buscar un beneficio o redito politiquero de otro lado, perdiendo de vista lo que ahora se requiere, para Machupichu y la región, que es tratar de alcanzar los niveles de rendimiento económico que en su momento, antes de la pandemia reportaba Machupicchu, como nuestro principal atractivo turístico.
Las autoridades desde sus respectivos niveles de responsabilidad, y desde el liderazgo que aún no demuestran con nitidez, tienen la Obligación de generar las políticas y mecanismo que permitan revertir la destrucción económica y sanitaria que representa la actual pandemia. Crisis que ha dejado a poblaciones como Ollantaytambo y al mismo Aguas Calientes como ciudades fantasmas, pues su única fuente generadora de recursos es el comercio y los servicios generados desde el turismo, que en gran medida se sustenta en el servicio de ferrocarriles.
No es por tanto, menos cierto que las autoridades, la regional como las municipales; vinculadas a esta situación, hoy pretendan andar el camino más sencillo, buscar enfrentar a los operadores del ferrocarril con la población, metiéndose en la protesta como si fueran unas polleras que los han de hacer populares, (más bien populistas) buscando un redito electorero y politicastro, fácil pero irresponsable. No se trata tampoco, de permitir que las empresas operadoras generen situaciones de asimetría, que se aprovechen de la situación, cosa que entiendo debe ser difícil, porque en la ecuación costo beneficio, si no hay armonía entre los actores, esto se traduce en pérdidas económicas para los operadores ferrocarrileros.
Se trata de encontrar los niveles de mejor entendimiento para tratar de reactivar la actividad económica, sustentada en el turismo, esto no se logrará levantando banderas de fuera tal o fuera cual, de pedir revisiones de contratos, que las mismas autoridades saben que no es posible, si no solamente es un poquito de gasolina para mostrarse más radical que el otro. La reactivación debe sustentarse en un turismo interno, por la crisis sanitaria, que aún no ha pasado. En segundo lugar se trata de generar que las empresas operadoras en la medida que su compromiso con la sociedad que ya se ha venido manifestando, permita que los pobladores de las zonas por donde el ferrocarril es el único medio de transporte se convierta en un aliado del desarrollo de estas personas y poblaciones. Por supuesto debe diferenciarse claramente el servicio del tren local y sus políticas, de los trenes de turismo, así sean para usuarios nacionales.
Existen distorsiones en este servicio, generadas por varios de los agentes que están involucrados, el tren local por ejemplo, sirve y brinda una plataforma a una gran cantidad de operadores, formales, pequeños y semi formales, cuando no informales también que valiéndose de las tarifas sociales y astucias, copan el servicio del tren local para colocar pasajeros con fines de turismo, logrando grandes beneficios especulativos y desplazan a los pobladores para los cuales este servicio ha sido pensando; con el menoscabo de una relación que hoy es objeto de cuestionamientos, Dircetur, por ejemplo ahí tiene una tarea pendiente.
Debe considerarse que la propia situación de la pandemia, ha obligado a que las plazas disponibles y las frecuencias de los trenes se haya visto disminuida, en casi un tercio de sus capacidad de oferta de transporte, lo cual obliga a replantear tarifas, que para estos fines ya habían estado subsidiadas. Las autoridades tienen la obligación de liderar la búsqueda de soluciones, no de agitar y pedir que las empresas se vayan.
El ferrocarril es imprescindible para el funcionamiento de este circuito, pero no por ello debe permitirse situaciones de abuso de posición. Tampoco una dictadura de la protesta. No sería lógico obligar a los hoteleros y operadores restaurantes de Machupicchu que tengan tarifas sociales, o que subsidien sus bienes y servicios, bajando sus tarifas por debajo de rangos razonables en aras de una reactivación del turismo, por ejemplo. O someterlos a la protesta de otros sectores.
Tengo la sensación y me gustaría estar equivocado, en que las autoridades regionales, lejos de ser diseñadores de políticas, se han sumado al corifeo de los que protestan , con la sola finalidad de alcanzar ratios de popularidad, desde luego; si se difunde la información de que las operadores de los trenes han subido sus tarifas , esto resulta grosero y agresivo en una situación como la que nos ha tocado vivir, pero como lo decía, tengo la sensación que esto solo es hacer coro a una protesta fácil, renunciando a la obligación y responsabilidad de generar políticas y estrategias que posibiliten una reactivación del sector.
A esto se suma la actitud de quienes están ya en franca carrera electoral, buscando agudizar situaciones entre la población y las empresas, a las que estoy de acuerdo hay que regular adecuadamente. Personajes que no pierden la ocasión de estar en cuanta protesta se genere, en alentar el chauvinismo irracional y no dudan en generar violencia en sus métodos de protestar, sin proponer, sembrando odio. Así lo único que conseguirán es debilitar aun más el alicaído sector, las tomas de vías y los bloqueos no son respuestas, a reclamos, dudas y exigencias que deberán ser resueltas, usando el diálogo, que tenga como único fin la reactivación, y no esta forma sin propuesta; que lo único que hace es agrandar la crisis.
Es muy fácil escudarse en la imagen de los jóvenes, que les brinda un manto de anonimato y de utilización mediática a ciertos personajes como los que en número creciente, ya no son tan mancebos. Detrás de la protesta están figuras como Oscar Valencia, ex alcalde, vacado, varias veces candidato a Alcalde y congresista, ahora activo miembro del Frente de Defensa y asalariado de la Municipalidad de Machupichu, encontramos al actual Alcalde Baca de Machupichu, militante del Frente Amplio. Está también el Alcalde de Ollantaytambo, Juan Ríos, ex PNP retirado. Neil Castro, de Colitur, candidato al Congreso por FA, y entre otros a Fredy Deza, amigo y operador del Gobernador Regional, ex miembro de Colitur, ahora en Dircetur.
Estos personajes antes que impulsar protestas debiera impulsar PROPUESTAS, no en balde son autoridades, situación distante a la de agitadores. Da la impresión que los ferrocarriles son el argumento para captar votos en el Cusco.
El reinicio de las operaciones turísticas de una de las operadoras del ferrocarril se realizó con el lanzamiento de tarifas Promocionales para turistas nacionales y cusqueños en sus servicios de trenes turísticos Expedición y Vistadome, con 70 y 80% de descuento respecto a las tarifas en los mismos servicios de tren antes de la pandemia.
Todos han estado de acuerdo que estas tarifas promocionales buscan contribuir a promocionar el turismo interno hacia Machupicchu para peruanos o residentes en Perú con tarifas desde S/ 83.00 soles (o su equivalente en dólares) por tramo y el turismo local con tarifas desde S/ 36.00 o S/ 54.00 soles por tramo para cusqueños. De igual modo, a partir del 20 de noviembre. Una de las operadoras ha implementado 4 frecuencias de servicios turísticos de tren en la ruta: Hidroeléctrica – Machupicchu – Hidroeléctrica con tarifas promocionales para peruanos y residentes en Perú de S/ 30.00 soles por tramo y para turistas cusqueños con tarifas de S/ 15.00 soles por tramo.
Asimismo, la nueva normalidad por la COVID -19 exige a cualquier operador el cumplimiento de protocolos en todos sus servicios de tren (turístico y local), de acuerdo a las disposiciones normativas vigentes.
Con estos elementos las autoridades y la empresa deberán buscar un acercamiento, clarificar servicios, evitar distorsiones que favorezcan a unos en perjuicios de otros. Se deberá buscar también que las dos operadoras brinden condiciones similares a estos planes de reactivación. Se trata de relanzar no de encontrar alboroto que rente en votos. Es momento de consensos y liderazgo no de protesta sin propuesta. Lampadia