Jaime de Althaus
Para Lampadia
La experiencia de lo que va de este proceso electoral revela la necesidad de introducir cambios para próximas elecciones.
En primer lugar, el número de partidos. Se eliminó las PASO pero con las PASO se eliminó también los filtros, de modo que terminaron participando 43 partidos en las elecciones. El Congreso ha pretendido remediar este problema que generó él mismo elevando el número de firmas para inscribir un partido a un 3% de los que votaron en la última elección, lo que podría equivaler a cerca de 600,000, una cifra muy alta y difícil de conseguir.
Es decir, pasó de un extremo a otro. Y eso va a generar un problema. Pues si en las elecciones del 2026 solo pasarán la valla digamos, 4 o 5 partidos, los demás desaparecen, pierden su inscripción. ¿Nos vamos a quedar con tan pocos partidos? Deberíamos regresar a la idea de tener facilidad para formar partidos y más bien dificultad para llegar a participar en las elecciones, poniendo filtros para que un número relativamente pequeño acceda a la lid electoral y facilitando las alianzas.
No solo eso. Deberíamos abandonar la disposición de que el partido que no pasa la valla electoral pierde la inscripción. Que no ingrese al Congreso está bien, para evitar la excesiva fragmentación. Pero que no pierda la inscripción. Formar un partido representa una inversión de tiempo, esfuerzo y dinero que no debería echarse al tacho por no pasar la valla. Que haya muchos partidos no importa si se establece filtros y se facilita las alianzas como decíamos.
En cuanto a los filtros, la ley solo los estableció
Para la modalidad de elección mediante votación interna universal, que vote el 10% del padrón de militantes.
Para la elección por delegados estableció el 10% de los delegados, lo que es una burla. Debería ser el 10% de los militantes que eligen delegados. Y ese 10% habría que subirlo a 20%.
Lo segundo es incentivar las alianzas. Para ello se necesita aprobar la posibilidad de que pueda formarse alianzas para la plancha presidencial pero que cada partido pueda llevar su propia lista congresal. Esto facilitaría enormemente la decisión de formar una alianza. También habría que postergar apreciablemente el plazo para inscribir las alianzas. No puede hacerse con tanta anticipación. Tampoco tiene sentido exigir que los miembros de la plancha presidencial estén inscritos en el partido. Un partido puede decidir llevar como candidato presidencial a un notable que no quiera estar inscrito en ningún partido, por ejemplo.
El problema de fondo en este asunto es la segunda vuelta, que incentiva la proliferación y fragmentación de las candidaturas, porque todos creen poder llegar a la segunda vuelta.
La solución a esto es regresar al sistema de una sola vuelta con un mínimo de, digamos, 35% de los votos para ser electo. Eso fomenta la aglutinación.
No debemos dejar de tomar nota de los problemas que se han generado con las reglas electorales vigentes, para modificarlas en el momento oportuno. Lampadia