Los relatos que distorsionan la historia o que la cambian nos acompañan desde siempre. La historia es una sucesión de eventos que en conjunto forman una realidad. Desde la perspectiva actual, se puede apreciar o no un evento específico, pero no se debería negar, cambiar o torcer.
Hace algunos años, un alto funcionario del gobierno de China, de visita en el Perú, nos comentó como su historia había tenido giros y procesos totalmente distintos y opuestos, pero enfatizó que todo formaba parte de esa historia, ya se tratara del imperio chino, del caos del feudalismo, la invasión japonesa, la guerra civil, el comunismo o la adopción de la economía de mercado.
En el Perú hemos construído mitos en los que ensalzamos algunos períodos de nuestra historia y otros que, o pasamos por alto o distorsionamos. Cosa en la que, por supuesto, no cayeron un Basadre o María Rostworowski, entre otros. Este es el caso de cómo calificamos el período de 280 años entre la caída del Imperio de los Incas y la proclamación de la República. En general nos referimos a este período, con sentimiento de culpa, llamándolo ‘Colonia’ y con un cierto tinte esclavista.
La verdad es un poco diferente. Este importante período de nuestra historia debería ser visto como el de un ‘Virreinato’, tal como lo explican líneas abajo los historiadores Rafael Sánchez-Concha, Fausto Alvarado y el venezolano Guillermo Morón. Veamos:
“El Perú no fue una colonia sino un reino más dentro del imperio ibérico”
Universidad Católica San Pablo (UCSP), Arequipa
10 agosto, 2015
Historiador Rafael Sánchez – Concha en Maestría en Historia de la UCSP
“El Perú no fue una colonia sino un reino más dentro del imperio Español, un reino con la condición de vicerreino o virreinato. Inicialmente fue una gobernación a partir de la conquista emprendida por Pizarro, llamado genéricamente el reino del Perú, dividido en la Nueva Castilla y la Nuevo Toledo”, así lo aclaró el historiador Rafael Sánchez – Concha.
El profesor con especialidad en historia virreinal fue uno de los docentes de la Maestría en Historia que se imparte en la Universidad Católica San Pablo, y que se inició en marzo. La maestría es una de las tres de esta condición que se imparten en el país y la única fuera de Lima.
El ponente explicó que en la época hispánica el Perú era prácticamente la mitad del imperio español y tenía un papel sumamente protagónico por ser abastecedor de minerales, como la plata extraída de riquísimos yacimientos como el de Potosí, Huancavelica, y Hualgayoc, entre otros, y por ser el más importante centro administrativo, del poder virreinal, del poder judicial y del poder inquisitorial de la América del Sur. La Real Audiencia de Lima, que es la base territorial del Perú actual, tenía por audiencias sufragáneas la de Quito, Charcas y Chile. “Hay que valorar esta época histórica ya que como decía Jorge Basadre: ‘el Perú se forja en el virreinato’. El virreinato es el punto de partida de la actual nación peruana. Es allí cuando se da el proceso de mestizaje (“síntesis viviente”), el influjo ibérico y los elementos comunes con otros países iberoamericanos donde surge la cultura del barroco”, comentó el historiador.
La población indígena en la época virreinal
El historiador Sánchez – Concha aclaró también que en la época virreinal, a pesar de los obvios e innegables abusos, a los indígenas le asistían derechos y contaban con la protección de sus curacas, además existía un funcionario virreinal llamado el protector de indios. Es en la época republicana con la llegada de Simón Bolívar, que se eliminó esta institución, sin embargo los indígenas siguieron pagando tributos hasta 1854 en el gobierno de Ramón Castilla.
“No se puede tapar el sol con un dedo, es cierto que hubo excesos, pero a diferencia de lo ocurrido en el poblamiento de la América del Norte por parte de los ingleses, los conquistadores españoles integraron a los nativos a su sistema social, político y religioso, a través de la evangelización y la hispanización. No hubo un plan de exterminio sistemático como en Norteamérica, por eso tampoco se puede decir que el Perú fue una colonia”, detalló.
Si bien el descenso demográfico de la población indígena tuvo como una de sus causas la guerra de conquista, también hubo otros factores mucho más importantes como las enfermedades que llegaron previamente al tercer y definitivo viaje de Pizarro de 1532, a los cambios del patrón de vida y al mestizaje.
La religión tuvo un papel importante en esta etapa de la historia. La conquista fue asumida como una cruzada como una proyección de la reconquista española, por ello la cristanización fue muy fuerte. La religión formó parte de la política mediante el imaginario social conocido como el cuerpo místico de la República, que es Estado, Iglesia y Sociedad.
El protagonismo de Arequipa
En la época virreinal, Arequipa tuvo especial protagonismo. Arequipa se constituyó sobre las bases del Contisuyo en las primeras décadas del siglo XVI. A decir del historiador, su valor también está en su vocación por la intelectualidad, en sus grandes hombres y autores como Ventura Travada y Córdoba, los visitadores de los Collaguas, y el trabajo evangelizador de los Franciscanos, con su magnífico convento de La Recoleta.
En Arequipa también se produjo una fuerte concentración de la república de españoles (peninsulares y criollos). Destacó en el virreinato por su religiosidad, a través de las múltiples vocaciones de santidad como el de la Beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, el hermano jesuita Gonzalo Báez, Sor Juana de San José Arias y el indígena juandediano Ignacio de la orden de San Juan de Dios, que se santificó en el hospital de su congregación en la ciudad blanca.
La vocación conventual de la ciudad se puede apreciar hasta la actualidad en monasterios como Santa Catalina, Santa Teresa, Santa Rosa, entre otros.
La misma tesis sobre sobre la naturaleza del Perú como un reino del Imperio Español, fue sustentada por Fausto Alvarado Dodero en su libro: Virreinato o Colonia.
A este mismo libro se refirió Roxanne Chessman en un artículo que publicó en El Comercio, destacando el debate generado por Alvarado. Ver captura de pantalla:
Pero, el gran historiador y escritor latinoamericano, el venezolano Guillermo Morón, ha defendido esta tesis en su larga producción bibliográfica. Morón, de 90 años es uno de los más destacados historiadores del nuevo mundo. Por encargo de la OEA, dirigió la ‘Historia General de América’, que se publicó en 36 tomos en 1992. Entre sus obras tenemos Historia de Francisco y otras Maravillas, El Gallo de las Espuelas de Oro, Catálogo de Mujeres, Los Hechos de Zacarías y Ciertos Animales Criollos (Wikipedia).
Hoy seguimos construyendo mitos, ver nuestra nota de hoy: Otra Máxima Mentira (Chaupe -Grufides- vs. minería)
Lampadia