Jorge Chamot
Enero 18, 2023
Para Lampadia
En una presentación que hice en un evento internacional, hablando de las reservas polimetálicas del Perú dije “Creo que lo único que no tenemos en el Perú es uranio”. Bueno, me equivoqué, también tenemos uranio en el Perú.
Como ya sugerí en mi artículo anterior, se debe establecer una política clara para explotar el uranio que tenemos en Puno, que dicho sea de paso, es la misma región donde se han encontrado los yacimientos de litio. Este descubrimiento figura en las noticias internacionales desde hace mucho tiempo, inclusive se reportó unas declaraciones del presidente en funciones en 2018 asegurando que antes de terminar ese mismo año toda la reglamentación y el marco legal necesarios para la explotación del uranio estarían listos. Que no nos sorprenda, no lo están.
El uranio pasó de moda a raíz de los ataques de Hollywood a la generación de energía nuclear y del desastre de Chernóbil en 1986 (fue más una serie de errores del Sr. Gorbachev de la antigua Unión Soviética al ignorar la oportuna opinión de los técnicos); estos hicieron que la energía nuclear fuera vista con terror.
Fukushima en el 2011 no ayudó, a pesar que el accidente fue originado por un Tsunami que no tuvo nada que ver con la energía nuclear.
Finalmente Alemania, por motivos de política interna, (apaciguar a los ambientalistas) ha eliminado la energía nuclear como una fuente energética en el futuro, dando lugar a que los precios del uranio hayan estado deprimidos por un cierto tiempo.
Para aclarar de manera definitiva los efectos de la radiación nuclear y pérdida de vidas humanas originada por accidentes de generación con este combustible, debemos puntualizar que en el caso de Chernóbil, Ucrania, la tragedia se originó porque no se siguieron los controles técnicos establecidos, ni las recomendaciones científicas; estas fueron sucesivamente ignoradas por las autoridades políticas soviéticas más preocupadas por su imagen mundial que por las vidas humanas. Los únicos dos accidentes de importancia en el resto del mundo no originaron ninguna víctima directa.
El caso de Fukushima en el Japón, como mencioné en el párrafo anterior, fue originado por un tsunami y hasta el día de hoy los controles de seguridad siguen funcionando.
En el caso de la planta Three Mile Island en Pensilvania, EEUU, en 1979, todos los controles de seguridad funcionaron y el accidente sólo quedó en una alerta controlada.
Igual ha pasado en fallas de funcionamiento de ciertos equipos e instalaciones menores en diversas partes del mundo, en su mayoría en las etapas iniciales de experimentación, pero ninguno con consecuencias fatales.
Sin embargo, los efectos de la dependencia de Alemania y de Europa entera del gas natural de Rusia ha cambiado todo el panorama. Nuevamente se habla de energía nuclear; ya está siendo considerada hasta por los ambientalistas, y en adición a los países ya mencionados, EEUU está dedicando considerables sumas de dinero a mejorar las plantas atómicas existentes y estimular el desarrollo de reactores avanzados. China ha incluido en sus planes ya aprobados la construcción de 159 plantas nucleares en los próximos 10 años y la India también se ha embarcado en la construcción de plantas nucleares. Japón y Alemania están próximos a formalizar un cambio en la dirección de su orientación hacia la energía nuclear.
El desarrollo de la energía nuclear toma tiempo, ingentes cantidades de inversión, liderazgo político, alta capacitación, infraestructura especial, etc. Pero es evidente que la energía nuclear está de regreso y será un pilar de la matriz energética futura. La razón es muy sencilla, es la energía más barata, confiable, segura, limpia y una vez que sus instalaciones se ponen en funcionamiento sólo hay que solucionar el problema del desecho del combustible nuclear al final de su vida útil (inclusive podría ser lanzado al espacio si no se consiguieran grandes depósitos permanentes adicionales al de Yucca Mountain, Nevada, EEUU). Por todo esto se espera que la demanda de uranio aumente considerablemente.
Nosotros tenemos Uranio en cantidades bastante respetables y de calidad casi insuperable y por si fuera poco, seríamos los únicos con uranio en Latinoamérica. Argentina, la mayor generadora de energía nuclear en Latinoamérica (desde 1974), que tiene una variada experiencia de muchos años en esta actividad, importa el uranio de Kazakstán y Canadá, de modo que si quisiéramos tendríamos un mercado potencial a la vuelta de la esquina. Brazil y México tienen plantas y otros países solo tienen laboratorios o centros de investigación.
Mi propuesta:
- Declarar de interés nacional el desarrollo y explotación de los yacimientos de uranio de Puno y asegurar la ejecución del proyecto, apoyando a las empresas involucradas y facilitando su puesta en valor.
- Encargar a nuestro representante en la Agencia Internacional de Energía Nuclear en Viena, Austria (IAEA) que consiga todo el apoyo disponible. Somos socios fundadores de la institución desde la década de los 50. Es hora que esto sirva de manera efectiva.
- Repotenciar el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), perteneciente a Energía y Minas, para su nueva labor ya que tendrá que involucrarse indefectiblemente en el proyecto desde el principio, preparando personal y asesorando en la formulación de normas y adopción de procedimientos.
- Dentro del marco existente de integración, solicitar a la Argentina, por ser el único país en Latinoamérica con amplia experiencia relacionada al uso y manejo de Uranio, el apoyo necesario con los acuerdos de colaboración entre las instituciones pertinentes, incluyendo la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEA),
Pero, seamos realistas, las oportunidades hay que afrontarlas con decisión y aprovecharlas en su momento oportuno. Al escribir este artículo estamos viviendo una situación de inestabilidad en la región Sur del país y específicamente en Puno donde se encuentran los yacimientos ya descubiertos de uranio y litio, que evidentemente no es favorable, menos aún para atraer el tipo de inversión necesaria para desarrollarlos. Para ello necesitamos empresas privadas con espalda financiera y experiencia que hoy no existen en el Perú. Por otro lado, el daño infligido a nuestra reputación como destino estable y seguro para las inversiones extranjeras, sobre todo mineras, ya está hecho.
Para revertir esa situación en el Sur, las decisiones políticas que deben tomarse, tendrán que ser muy claras. Las turbas enardecidas y manipuladas por el terrorismo, narcotráfico, contrabando y minería ilegal, tienen que ser controladas con firmeza, reestablecer el orden y el estricto cumplimiento de la ley. La promoción para traer inversiones tendrá que hacerse cuando se den las condiciones adecuadas.
Por lo tanto, pensando en el futuro, se debería poner en marcha desde ahora lo que bien puede ser un polo de desarrollo en áreas de extrema pobreza pero con inmensas posibilidades de riqueza. La inversión privada vendrá, trayendo modelos de explotación minera modernos, que respetan el medio ambiente y llegan a acuerdos con comunidades aledañas, con mayor razón en el caso de metales de indiscutible futuro en cuanto a demanda y precios se refiere, pero solo cuando el marco del imperio de la ley sea evidente. Ello generará ingresos considerables para Puno, un departamento con grandes carencias. Lampadia